¿Y si hablamos más con nuestros hijos?

Por Sermadrepr
¿Cuándo fue la última conversación extensa que tuviste con tus hijos? La mía fue justo esta mañana mientras íbamos camino a la escuela. Aunque estoy consciente que esa es una gran oportunidad para dialogar con él, a veces la desperdicio por ir escuchando la radio o un podcast de emprendimiento, por estar atenta al tráfico, por ir pensando en las tareas que tengo pendiente, por pendeja...

¿Y si hablamos más con nuestros hijos?


Justo esta mañana miré por el espejo retrovisor y vi a mi Coco distraído, observando a través de la ventana. Iba en silencio mientras yo estaba concentrada escuchando las noticias (como si eso contribuyera en algo a mi paz mental). Bah! 
Verlo tan ajeno a mí y tan concentrado en otra cosa, me dio un retortijón de terror pero en el corazón. De inmediato apagué la radio e inicié una grata y reveladora conversación con él.

Entonces su mirada distraída cambió por una sonrisa y sus palabras comenzaron a fluir de una manera tan natural que me espanté, pero de la emoción. ¡Cuántas veces he perdido estos momentos! La rutina, el día a día, nos consume tanto que vamos por la vida en forma automática y no hacemos un alto para simplemente escuchar a nuestros hijos. Tantas cosas que tienen por decirnos, por contarnos y nosotros pendiente a qué sabe qué cosa.
Y eso que soy de las que hablo mucho con él. Lo hago constantemente mientras estamos en casa y a la hora de irnos a la cama, pero pocas veces lo hacemos en las mañanas porque regularmente estamos en el corre y corre y luego, al llegar al auto, entramos como en la dimensión desconocida.
Así que, al llegar a la escuela le prometí que de hoy en adelante nuestras mañanas en el auto cambiarán. Aprovecharemos ese tiempo juntitos para conocernos mucho más de lo que ya nos conocemos (sin radio, sin distracciones...). ¿Cuál fue su reacción? Un abrazo.
Y tú, ¿cuándo fue la última conversación extensa que tuviste con tus hijos? ¿Cuándo fue la última vez que detuviste tu mundo para escuchar el de ellos?
Un abrazo,Lezeidarís