“Lo que te hace vulnerable, te hace bella” (Brene Brown)
Vivimos en una sociedad en la que parece que tienes que ser duro y fuerte para sobrevivir. Asociamos ser vulnerable con debilidad, y nadie quiere parecer débil, porque das pie a otros a que se aprovechen de ti, porque eres fácil de engañar, porque “te comerán” en cuanto salgas de tu zona de confort.
Pero ser vulnerable está bien de vez en cuando. Simplemente necesitamos comprender la vulnerabilidad desde otro punto de vista. ¿Y si serlo fuera tu superpoder?
1. La vulnerabilidad te muestra tal cual eres
Todos tenemos una imagen que queremos transmitir al resto del mundo. Queremos ser eficientes en nuestro trabajo, perfectos para nuestros padres, románticos para nuestras parejas. Pero mostrarnos a todas esas personas tal cual somos, con nuestros defectos y faltas, nos hace sentir vulnerables, indefensos. Sin embargo, aprender a aceptarnos implica mostrarnos a los demás al 100%, dándonos cuenta de que aunque al abrirnos, nos exponemos, hacerlo es mucho más beneficioso de lo que creemos.
2. Ser vulnerable te hace enfrentarte al juicio de los demás
La mayor parte de las veces no queremos decir ciertas opiniones abiertamente, o mostrar una parte de nosotros que, sin embargo, amamos, por el miedo al juicio ajeno. Nadie quiere sentirse etiquetado, incomprendido o rechazado y, por eso, evitamos mostrarnos vulnerables ante los demás, como si nos pusiéramos una máscara. El problema de las máscaras es que roba nuestra integridad, y nuestra fuerza y nuestro poder real vienen cuando decidimos ser vulnerables, mostrarnos tal y como somos, a pesar de los juicios, a pesar de sentirnos más indefensos. Porque aceptas que merece la pena sentirte vulnerable con ciertas personas o en ciertos entornos.
3. Si te quieres, ser vulnerable no es un problema
Cuando te quieres como debes quererte, estás seguro. Ni el juicio, ni las etiquetas ni los rechazos te definen. No tienes miedo a abrirte más y, por tanto, a ser vulnerable, porque estás seguro de ti, de lo que haces. Así que éste sería un primer paso a llevar a cabo: quiérete. Mucho, muy fuerte.
4. La vulnerabilidad tiene su recompensa
Cuando te permites abrirte a otras personas, las relaciones se enriquecen y se fortalecen. Porque no sólo estás abriendo una parte de ti, sino que estás abriendo tu mente hacia nuevas oportunidades y experiencias. Y entonces, ser vulnerable es una forma más de enfrentarte a la vida, como nunca antes habías experimentado. Más dispuesto a todo, incluso a que te hagan daño, pero mucho más consciente de tu propio poder.