Recreación de un exoplaneta.
(Fuente: www.nasa.gov)
Ahora volvamos al tema que nos incumbe. Un equipo de científicos de la Universidad de Plymouth ha presentado este proyecto durante la Semana Europea de Astronomía y Ciencias Espaciales, celebrada en Liverpool, donde han explicado cuáles serían sus futuras aplicaciones, así como su funcionamiento. A día de hoy sólo podemos suponer la existencia de vida en planetas rocosos con atmósfera. Algo que resulta obvio, ya que la Tierra es el único lugar del Cosmos donde hemos podido detectar vida. Por ello, el equipo de la red neuronal introdujo unos parámetros sobre el tipo de cuerpos que debía buscar, es decir, cuerpos similares a la Tierra de hoy en día, a la Tierra primitiva, a Marte, Venus e incluso a Titán, la segunda luna más grande del Sistema Solar y la única en la que existe una atmósfera considerable. La elección de la Tierra es lógica en ambas fases, ya que desde temprana edad (geológicamente hablando) nuestro planeta fue apto para la vida. Por otro lado, Marte pudo haber sido seleccionado por la presencia de agua congelada en sus llanuras y por ser el "menos inhóspito" de los planetas rocosos sin contar la Tierra. Venus sería un buen candidato si no fuera por la densa atmósfera de CO2 que posee, lo que le hace producir un efecto invernadero brutal, alcanzando temperaturas de más de 400ºC. Sin embargo, no podemos descartar que haya planetas parecidos allá fuera pero con una atmósfera bastante más tenue. Y Titán, a pesar de ser una luna, la presencia de una atmósfera densa de nitrógeno e hidrocarburos líquidos en su superficie permite a los científicos especular sobre la existencia de bacterias que basen su metabolismo en el metano, aunque esto no pasa más allá de la suposición.
El principal interés que generan las redes neuronales en la búsqueda de vida es su utilidad para futuras misiones interestelares. Aunque dicho así, a bote pronto, parezca muy lejano, la Voyager 1 ya está fuera del Sistema Solar y no sabemos de qué será capaz el proyecto Breakthrough Spaceshot, así que no podemos descartar nada. Las sondas futuras serían de características interestelares, de modo que fueran totalmente independientes gracias a la IA, decidiendo ellas mismas qué planetas explorar más de cerca según vayan avanzando en su misión. Estos datos se compararían con las atmósferas de los cuerpos anteriormente citados y el resultado sería un porcentaje que nos indicaría cuál es la posibilidad de hallar vida en ese exoplaneta. Sin embargo, esta información nos tardaría en llegar tantos años como años-luz esté alejada la sonda, así que nos tocaría esperar.
A primera vista, el proyecto de la red neuronal está siendo muy prometedor, ya que los científicos mostraron a la IA el espectro atmosférico de un planeta inventado y los resultados fueron muy satisfactorios. Por ahora, tocará esperar a que dicha red se desarrolle mejor, gracias a un mayor número de datos y pruebas. Mientras tanto, una vez que estén en marcha misiones como el Telescopio James Webb (cuyo lanzamiento será en 2020) y la Ariel, de la ESA, la red neuronal dispondrá de muchos más datos para trabajar y puede que comience una nueva era en la búsqueda de vida extraterrestre.