Aún no sé el momento exacto en el que ocurrió, pero lo cierto es que llegó el temible día. Así. Zas! De repente. Ya no tengo un bebé. Cuando nació mi hija en numerosas ocasiones me sentí abrumada por la soledad de la maternidad en los primeros meses, agobiada por la responsabilidad que era tener un bebé, estresada por el afán de tratar de ser constantemente la mejor madre del mundo y desesperada por la falta de sueño y la...
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