Una de las principales diferencias de las organizaciones no lucrativas respecto de las empresas consiste precisamente en la naturaleza peculiar de sus fuentes de financiación. En una empresa lucrativa la única fuente de ingreso es la que procede del pago de los bienes y servicios consumidos por el cliente. En las organizaciones no lucrativas (ONL) el que paga por los bienes y servicios habitualmente no es el mismo que los consume. Las ONL actúan como intermediarias entre un cliente que paga un servicio o producto (donante) y un tercero (beneficiario) que va a consumirlo o disfrutarlo. Esto no significa que los donativos sean la única fuente de ingresos de las organizaciones no lucrativas, sino que éstas son las únicas organizaciones que reciben ese tipo de ingresos. La mayoría de las ONL gestionan una cesta de ingresos económicos de diferente naturaleza: subvenciones, donativos, cuotas de socios, pago por servicios y rendimientos del patrimonio.
Por otra parte, siempre fui defensor de que las entidades que se instalan en comunidades autónomas para captar subvenciones, deben realizar también actividades de sensibilización social y de trabajo con la comunidad. Por dos razones, primero porque es (o debe ser) un objetivo de su mera existencia como tal y por otra para asegurarse una mínima base social que signifique un colchón económico para los malos tiempos.
Y estos malos tiempos han llegado y han llegado para instalarse por un tiempo no precisamente corto. Un buen número de entidades van a tener que sufrir duros ajustes. Ahora, si estos ajustes significan una racionalización del sector, BIENVENIDOS SEAN LOS MALOS TIEMPOS.