…y Teo volvió a casa

Publicado el 19 marzo 2017 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

Desde el jueves, hemos rastreado a pie decenas y decenas de kilómetros. Creíamos, fervientemente, que alguien se lo había llevado, que algo horrible había ocurrido, que se había evaporado del planeta Tierra… Pero supongo que nunca sabremos cómo terminó nuestro gato encerrado a un par de casas de la nuestra, a unos trescientos o cuatrocientos metros, y no le oímos ni le encontramos hasta que hicimos una decena de batidas por la zona.

Teo, posando gatunamente, y un servidor, casi tan agotado como él.

Hoy, pasó de todo; hoy, pensamos en todo. Pero, sobre todo, hoy miré qué hacía la gata, y en qué dirección miraba y miraba, y seguí ese camino. Seguro que fue casualidad, igual que la aparición de otro gato, de un gato gris que nunca habíamos visto por aquí, y que casi nos llevó hasta la puerta de una casa; una puerta que Teo arañaba y cuyo maullido reconocimos de cerca.

Quizá cayó por el tragaluz, o alguien vino a esa casa y Teo, sociable y también cotilla por naturaleza, quedó encerrado entre cuatro paredes desde el jueves. Abrí la puerta a patadas, y ahora le tengo que pagar una puerta a su propietario; y luego he sonreído, y he llorado, y he tardado varios minutos en ganarme la confianza de un gato desesperado y famélico.

Hoy, como cada noche, dormiremos todos juntos, e intentaré empezar a borrar las ojeras de mi cara. Supongo que eso es todo. Otro día lo haré bonito, y os hablaré del gato gris, y de las grandes personas que conozco y que están dispuestas a todo, incluso a mover cielo y tierra conmigo. También os hablaré de otras cosas; pero otro día. No había sido el mejor mes, y no ha sido la mejor semana, así que la siguiente… Bueno, digamos que, para la siguiente, el blog queda huérfano; nosotros nos vamos a tumbar al sol un par de días; eso sí: todos.

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