Y tú, ¿a qué jugabas?

Por Jimalegrias


No vamos a hablar aquí del juego como dispensador de valores fundamentales, como forma individual o colectiva de expresión o como una actividad creativa y original que espolea la imaginación humana, la inteligencia o las habilidades sociales.

Vamos a hablar ahora del juego como ese quehacer ocioso desarrollado al aire libre, en las calles, cuando las limitaciones del entorno o medio urbano no eran tan hostiles como lo son hoy en día para los infantes en nuestras avanzadas sociedades occidentales. Así que es necesario formatear, regresando por un momento a una realidad urbana previa al reinado de la Playstation 3, a la dictadura de las redes sociales, de los chats, los netbooks y los móviles, viajar mentalmenta más allá de la vida hipertecnológica cuyo efecto secundario disfuncional más inmediato para el sistema psicomotor del infante es el sedentarismo recalcitrante y la tendencia a lo estático, aunque a la vez sobresaturados cognitivamente por un océano infinito de estímulos virtuales. Ese mágico momento pretecnológico está lleno de niños en pantalón corto o faldas de cuadros, charcos, descampados, kioscos con sobres sorpresas, tebeos y caramelos de nata de 50 céntimos. De numerosos juegos a pie de calle que, además de favorecer el proceso socializador, nos producían un enorme y duradero placer.
Un repertorio inacabable de entretenimiento, aquí resumido, entre los cuales se encontraba, por ejemplo:

- PALOMA BLANCA, PALOMA NEGRA:

Al que le toca pandar se pone contra la pared y grita a viva voz: 'paloma blanca, paloma negra' y se da la vuelta sólo al acabar la frase, para intentar localizar algún movimiento en el resto de la tribu que intenta avanzar hasta él. La dificultad estriba en que el resto puedan llegar hasta él sin ser visto. El que lo consigue gana, el resto eliminados. Y todo en 3D, pero sin sillón vibrador.
- REBUMBIO:

La cosa más simple del mundo. Un portalón de algún garaje y una pelota. Varios chavales que eligen a los suyos mediante la retahíla 'Un avión japonés cuantas bombas tira al mes... una, dos, tres...' o 'Pito pito gorgorito, ¿dónde vas tú tan bonito? A la era verdadera, pim, pam, fuera'.Dos equipos, un portalón como portería y a fastidiarle la siesta del domingo con los balonazos a los vecinos. Más sencillo y divertido que el mecanismo de un yoyó.
- BRILÉ:

Éste era mucho de mezclarse entre niños y niñas, no recuerdo bien por qué. Se hacían dos grupos, cada uno en una zona delimitada, y el juego consistía en eliminar a balonazo limpio al contrario, que usaba toda la agilidad de la que era capaz para esquivar el disparo mortal. Estaba considerado como un juego poco viril y más de niñas.
Una variante sería el fútbol sin balón, que era más o menos como el brilé pero sin pelota, así que tenías que usar el recurso retórico de la cosificación, convertirte mentalmente en un balón, e intentar introducirte dentro de la portería contraria sin que ningún jugador del otro equipo te tocase. Yo creo que lo conseguí una vez en abril de 1979. Hacía sol y me aplaudieron. Lo recuerdo porque son cosas que suceden, con suerte, una vez en la vida y nada más.
- PEONZA O BUJAINA:

Una especie de trompo de madera al que había que bailar desenrollándolo a toda velocidad de una cuerda y con el que podías cascar otros trompos si les acertabas bien.
Reconozco mi total y absoluta incapacidad para bailar la peonza. Lo más que hacía era conseguir que saliera despedida contra algún coche o escaparate.
Uno de los juegos más insulsos y aburridos que recuerdo: enrollar y desenrollar la bujaina para lanzarla contra los coches aparcados, lo que me provocó más de un disgusto (y a mis padres también).
- VERDAD O CONSECUENCIA:

Del género de los juegos pícaros y erótico-festivos de los niños. Se jugaba preferentemente en el interior de los portales o en el descansillo de las escaleras mal iluminadas, lejos de los padres... por si acaso.
Básicamente consistía en elegir entre una pregunta, a la que tenías que responder lo más verazmente posible, o una acción.
La mecánica era universal e incipientemente sexual: la pregunta era siempre si te gustaba tal niño o niña y la acción consistía, invariablemente, en darle un beso, tocarle el culo o que te enseñase la ropa interior alguna niña.
Da igual que estuvieses en Kuala Lumpur, Mesopotamia o Lugo, siempre era igual.
- EL CHE:

No sé qué tiene que ver con el revolucionario argentino-cubano un destornillador o trozo de hierro de obra que tenía que clavarse en un circuito trazado previamente sobre la tierra.
Un juego masculino con el que alguno se llevó un buen disgusto (un amigo me contó como un compañero había perdido un ojo al rebotar el hierro contra una roca y clavársele justo en la córnea).
En mi colegio, el Calasanz, estaba prohibido jugar al Che en el recreo.
Los curas igual se pensaban que el juego consistía en leer a Marx, afilar los hierros para comenzar la revolución y quemar iglesias después o algo así. Siempre tocando de oídas.
- POLICÍAS Y LADRONES:

Un clásico básico. Dos bandos. Unos la ley y el orden y otro los fugitivos de la justicia, que tenían que ser vistos o cogidos, siempre sin salirse de un radio asumible de acción y distancia.
Lo más bizarro de todo fue una vez que decidimos que los fugitivos podían moverse por toda la ciudad.
Lo peor fue que nos pillaron, y ¡mira que había sitio en aquella Coruña para esconderse, madre de Dios!
El ser humano es tan previsible.
- LA COMBA:

Esto sí que era un juego de chicas, como la goma (nada que ver con la goma con la que jugamos ya de adultos), aunque todos nos poníamos cerca de donde estaban jugando las niñas para verles la ropa interior de ganchillo rosa.
Todavía no sabíamos bien por qué, pero algo nos atraía hacia ellas. El instinto, la psicología evolutiva tiene la última palabra.
Había niñas que se podían pasar horas saltando a la comba mientras cantaban la del barquero y la niña bonita. Verlas era una gozada. Justo ahí supimos, ya de infantes, del disfrute erógeno que conlleva la sencilla y cálida observación voyeur de una mujer saltando.

- CANICAS:

Otro clásico. El gua, los tres castres, la 'polla', la raya, la bolsita de tela de tu madre para meter las canicas, las bolas de cristal trébol, las de hueso, las metálicas de los rodamientos de los coches... había auténticos maestros en esto de las canicas; tíos que acertaban a tu canica desde 200 metros bajo la lluvia y con niebla y te llevaban hasta la bolsa vacía esa que con tanto cariño, como el canguro con capucha y bolsillos para el invierno, te había hecho tu madre en una tarde. Ser poco habilidoso en la niñez es una ruina. En la vida adulta le pagas al fontanero si no sabes, pero de niño además de no hacer más que comprar canicas y peonzas, eres el hazmerreír del barrio.
-ESCONDITE:

Contabas hasta veinte y apenas te dabas la vuelta ya veías a Javi metido detrás de un coche, al otro en un portal y al Róber entre bolsas de basura.
Pero siempre había alguien que se lo tomaba en serio, en plan profesional, y se iba corriendo a tres manzanas de allí y tardaba 2 horas en aparecer por la calle, cuando ya todos estábamos en casa cenando, con esa cara orgullosa de 'no me viste, soy más listo que vosotros... ¿gané?'.
Y allí ya no había nadie para responderle.
- MÉDICOS, PAPÁS Y MAMÁS:

Una evolución del Verdad o Consecuencia en clave más directa, sin tantos ambages ni rodeos ni preguntitas que no llevan más que a dilatar lo evidente. el objetivo principal de todos estos didácticos pasatiempos seudocarnales y erótico-festivos: el curioseo sexual.
-Tóqueme aquí, doctor, en el pecho, que me duele...
- Tú eres el papá que llega a casa y me da un beso y me coge así y así y entonces yo te meto la lengua en la boca como hace mamá y papá coge y...
Jugando a médicos, a papás y a mamás aprendimos una cosa fundamental que nos serviría luego en nuestra vida de adultos, para dejar las cosas claras y no dar lugar a equívocos y engaños: son ellas siempre las que eligen, deciden y llevan la iniciativa. Nosotros, nuestra función como machos, es obedecerlas, nada más.
Así de simple es esto de los géneros.

- EL PAÑUELO:

Alguien sostenía un pañuelo (limpio, a poder ser) entre dos grupos situados en fila india a una distancia similar. La finalidad era que uno de los dos contendientes se hiciese con el pañuelo y volviese a su sitio sin que el otro lo tocase.
Ahora apenas ya hay pañuelos de tela, por lo que este juego se ha vuelto impracticable entre las nueva generación kleenex.

También había juegos sería el Huevo-pico-araña, el tejo, los juegos viriles de guerrillas con tirachinas y furabolitos, la gallinita ciega o las tabas.

Pero los tiempos han cambiado, amig@s, que diría Dylan; dile tú ahora a un chaval que está jugando a la tercera parte del 'Assasin Creed' en su play 3D que salga a la calle a jugar a las chapas mientras canta la de estaba el señor Don Gato sentadito en su tejado, miauamiau miau miau...
Una pena.
Saludos de Jim, bribones, y ¡a jugar!