Y tu marca, ¿quién quiere ser?

Publicado el 20 septiembre 2018 por Jordisola
Lo emocional como estrategia para competir está en pleno auge. En algún momento una marca deberá tomar decisiones conscientes de la esencia y el lugar simbólico que desea ocupar para sus clientes.

La comunicación de marcas es una realidad con la que convivimos 24 horas 7 días a la semana. Se genera así la sensación de estar inmersos en una vertiginosa carrera contra reloj, ya sea por ganar espacio en la mente y corazón de nuestros clientes cuando la corremos desde la vertiente profesional, o bien por ceder espacio en nuestra mente y corazón cuando participamos desde la óptica personal, como consumidores.

En este contexto, y ya escribíamos el año pasado sobre ello, lo emocional como estrategia para competir está en pleno auge. Ahora bien, con la sobreexposicion de estímulos a la que está sometido el consumidor, alcanzar nuestro objetivo se convierte en una auténtica proeza.

Y aquí surgen unas cuantas preguntas relevantes, siendo la primera ¿qué pasa realmente en ese momento cuando se logra?

¿Qué pasa cuando llegas a establecer un vínculo emocional con el consumidor?

Pues desde nuestra óptica, cuando realmente una marca llega de verdad a mover los sentimientos del consumidor, se está impactando de tal forma que se establece una relación más allá de una marca "favorita". En ese punto se llega a niveles tan profundos de relación en los que se asume a la marca como alguien parte de su vida, sintiéndola casi como una persona de su propio mundo, pensando en éstas como si fueran un amigo, un familiar o algún personaje de su vida diaria, lo que genera un acercamiento a niveles insospechados.

Esto cambia completamente la interacción y también la demanda de atención por parte del consumidor lo que implica que se puede llegar a sentir tanto el amor más genuino y puro como la más profunda de las decepciones.

La "llave mágica" de las emociones y sentimientos se extrema y vuelve más compleja si hablamos de personas en vez de cosas. Así, las marcas se vuelven en la mente del consumidor no solo la imagen de una persona con características físicas y de personalidad, sino que incluso se le asigna un lugar dentro de la configuración de personas queridas ... o no.

Por ello, es muy importante el cuidado que se le dé a esta relación, ya que si el consumidor no recibe reciprocidad ante la importancia que él le da a la marca, los efectos pueden ser muy negativos. La dificultad aumenta cuando ni siquiera la marca conoce que tiene éste lugar en la configuración personal de sus clientes e incluso por desconocimiento no puede responder al nivel adecuado.

¿Quién somos y quienes queremos ser?

Y aquí surgen las siguientes dos preguntas relevantes:

  1. ¿Sabes quién quieres ser y qué lugar ocupar en la mente de tu cliente?
  2. Y, ¿sabes realmente quién creen qué eres y qué lugar ocupas?

En algún momento la marca debe tomar decisiones conscientes de la esencia y lugar simbólico que desea ocupar. ¿Qué tipo de animal te gustaría que te representara? ¿Qué tipo de persona quieres ser para tu cliente? O, ¿qué color te define? Y a partir de ahí, saber como corresponder al cliente en función de lo que espera de esa representación simbólica que te concede.

Bonus track

En Psyma hemos decidido que queremos ser:

  • Persona. Ese primo hermano con el que siempre se puede contar
  • Animal. Caballo
  • Invitado en la fiesta. El que no da guerra e incluso ayuda a recoger al final
  • Color. Verde, of course 😊

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