Y tu "mirá" se me clava en los ojos como una "espá"

Publicado el 13 mayo 2013 por Rehlu
Parece que a Hollywood no le basta con la violencia coreografiada del maestro Tarantino, teniendo que atraer al director de la magistral Old Boy (2003) a su seno. La industria no es precisamente ignorante y ya le había echado el ojo a Chan-wook tras la trilogía sobre la venganza que se había marcado años atrás. Pero para conquistar al coreano, ¿la mejor opción era ofrecerle un remake de sus joyas más celebradas? El cineasta estuvo sembrado al rechazar la oferta y enseñar los dientes. Si  los americanos le habían llamado para realizar fotocopias, mejor quedarse en casa y seguir con lo suyo. Sin embargo, la oportunidad la pintaban de oro y Chan-wook no tardó en comprender que su estilo es único y cotizado, por lo que aceptó dirigir Stoker, una historia para las sobremesas a la que enfundaría el mejor chaqué.
Dejando el previsible guión a un lado, el director opta por convertir la fachada en una estancia más donde habitar otra historia de venganza. Dota al movimiento de cámara de un mayor protagonismo al que Hollywood nos tiene acostumbrados, relegando las interpretaciones y el texto a un segundo plano. Con este arma de doble filo, Chan-wook entra por la puerta grande de una industria que no está dispuesta a perder genios aunque para ello tenga que bajarse los pantalones. Cada escena, milimétricamente estudiada, otorga una sinfonía exquisita en el que las formas devoran un fondo de manual. Y es que tras varios minutos de metraje perdemos la cuenta de los innumerables planos que este elegante thriller nos está presentando. Desde un primerísimo plano donde un sacapuntas hace las delicias de los más detallistas hasta un efectista travelling circular que recrea el viaje de un cinturón por las trabillas de un pantalón, convierten a esta cinta, desde ya, en un exquisito ejercicio de buen gusto cinematográfico, carne de cualquier temario audiovisual.

Stoker arranca presagiando que irá sobrada de estilo. Unos soberbios créditos con imágenes congeladas acompañan a una narración enigmática, fría y puramente atractiva. Tanto como las miradas que se suceden a lo largo del metraje. Matthew Goode y Mia Wasikowska imprimen poder a sus respectivos personajes sólo con la mirada. La cámara se enamora de ellas conduciendo al espectador por los mismos derroteros. Vemos en los ojos de los protagonistas la acción que va a acontecer y aunque esto podría ser decepcionante en manos de otro cineasta, Chan-wook le resta importancia. Al contrario, se recrea en ello logrando el efecto contrario. Sabemos lo que va a pasar pero no sabemos cómo. Ahí radica el mayor atractivo de una obra que presume de poderío visual otorgando a su contenido de una fuerza imprevista.

Para creyentes en el cine sin fronteras y fieles de Chan-wook.
Lo mejor: que su director no haya perdido ni un gramo de identidad.Lo peor: su falta de poso.
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