Ya sé que llego un poco tarde al debate sobre Soraya sí, Soraya no, pero qué le vamos a hacer, estoy consiguiendo conciliar trabajo y familia y este pobrecito blog queda relegado para las tantas de la noche. A pesar de que muchas de vosotras ya habéis dado una opinión al respecto y se han publicado artículos en medios nacionales resaltando la pronta incorporación de la susodicha-futura-ministra (vamos, si no me equivoco en la predicción), he decidido lanzar esta pregunta y hacer un poco de abogado del diablo.
No formulo la cuestión con mala leche, que nadie me malinterprete. Pero si algo creo que todas las madres deberían coincidir es en el hecho de que a la pobre se le han juntado dos grandes retos en su vida.
A principios de semana publiqué un artículo con otra pregunta que causó alguna que otra polémica en las redes sociales: Madre o profesional ¿a quién admiras más? En una de las críticas a mi pregunta se afirmaba que esta cuestión nunca se le plantearía a un hombre. Pues claro que no. Muy posiblemente muchos políticos que estuvieron en primera línea el domingo por la noche tenían hijos más o menos pequeños pero claro, para ellos no se les planteaba ese dilema porque, como bien dice el dicho, detrás de un gran hombre siempre hay una gran madre-mujer-profesional-poned-aquí-el-cargo-que-queráis.
Es cierto que es un personaje público y que como tal debería dar ejemplo, y más cuando su partido parece ser que defiende ciertas medidas de conciliación familiar y laboral. Es cierto que debería haber pensado en el derecho de su hijo a estar con su madre. Es cierto que debería ceder el puesto a otras personas durante un tiempo para estar al lado de su pequeño. Pero también es cierto que como ciudadana, mujer y profesional que lleva años luchando por ocupar un ministerio, también debería poder ejercer ese derecho.
El caso de Soraya, en mi humilde opinión, no es un ejemplo a seguir, pero sí que pone de manifiesto una vez más que las mujeres y su famosa doble carga arrastrada a lo largo de los siglos, siempre lo tendremos bastante más difícil que los hombres para conciliar profesión y maternidad. Al final, la historia, por desgracia, se repite. Las mujeres acaban asumiendo roles masculinos para llegar a conseguir altos grados de éxito profesional. Para mí, ya me perdonaréis, pero renunciar a estar con un bebé de 10 días y privarlo de su derecho más preciado que es estar con su madre, no es algo que debiera hacer una mujer-madre, aunque suene machista y anticuado.
Ya lo dijeron grandes mujeres en tiempos lejanos, como Cristina de Pisan, allá por el siglo XIV:
Me sentía con corazón fuerte y atrevido, De ello me sorprendo, mas yo experimentabaQue en verdadero hombre me había convertido.1
Quizás sea una postura simple, quizás sea practicidad, pero, sinceramente, yo no sé qué habría hecho en su caso. Sinceramente, no quisiera estar en sus zapatos.
______1. Cristina de Pizan, Régine Pernoud, Pág. 62