Pero ojo, que no duerma muchas horas no significa que no toque la cama, todo lo contrario, podríamos decir que mi cama es mi central de operaciones nocturna, llego a casa, ceno algo ligerito (que cruel es la operación bikini), me ducho y a la cama a trabajar.
Está claro que tu habitación tiene que ser tu Templo, tu rincón de esparcimiento, un lugar para poder acostarte y dejarte llevar, pensar y perderte. Y eso sí, aunque mi habitación a veces parece un Templo pero después de la Guerra Otomana (porque lo confieso, soy de las que durante toda la semana va tirando las cosas por ahí, hasta trasladar el armario al suelo), cuando llega el domingo, (que es en mi caso el día de ponerlo todo en su sitio), y entonces ocurre el milagro, ese momento que te acuestas después de haber cambiado las sábanas, todo huele a nuevo, a limpio y pones una vela para crear una atmósfera relajada y de luz tenue, eso, eso es magia…
El tema tiene mucha tela, ha dado hasta para debate en la oficina o dentro del grupo de whatsapp que tengo con mis amigas. Cada uno opina diferente sobre esto, hay gente que lo ve como algo normal, otros que no les entra en la cabeza esta determinación, y vas a encontrarte todas distintas visiones que quieras, pero lo que está claro es que cada uno tiene que hacer lo que le dé la real gana (siempre), y más aún dentro de las cuatro paredes de su habitación. Así que seamos abanderados del respeto y hagamos que esta sociedad sea un poquito más libre para gritar a los cuatro vientos sus gustos y decisiones.
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¡Que pases un buen día!