Vaya por delante que la burra soy yo. Y el trigo el que va camino de ser el tema estrella del blog, la conciliación. Que me repito un poco, pero es que siempre me parece que se me quedan cosas en el tintero.Y es que el tema daría mucho de sí. Se puede abordar desde tantos puntos de vista que no sé muy bien con qué intención me pongo a escribir hoy. ¿Será porque una amiga ha tenido que escuchar al terminar una reducción de jornada “Qué, ya se te acabó el chollo, eh”? Ella asegura que el comentario no sonó malintencionado, y venía de alguien que no tiene hijos, vamos, que no se lo tomó mal. Pero incluso en ese caso es un reflejo real de la visión que tiene el mundo en general y el empresarial en particular de la Conciliación. Cuánto camino por recorrer, cuántas mentalidades que cambiar.Y luego está la conciliación mal entendida a mi juicio. Ya hablé aquí de la sensación que tengo de que hay un feminismo vinculado a la maternidad, la crianza, la lactancia, la divinidad del cuerpo de la mujer por su capacidad reproductora…una seríe de cosas que no me gustan. No sé bien por qué, si es cierto que la maternidad es algo grande y único, pero es que me chirrían…Por ejemplo el entender la conciliación como el adaptar los puestos de trabajo ( o algunos de ellos, los que valen para mujeres…) a nuestra “forma de ser” como mujeres, nuestro instinto maternal, cosas así.Es que no lo entiendo. No lo comparto. Las mujeres somos mujeres, y somos diferentes a los hombres, obvio. Pero tenemos los mismos derechos y (en teoría al menos) las mismas oportunidades. Así que nos incorporamos al mundo laboral, nos formamos, nos esforzamos y conseguimos desarrollar las mismas tareas que los hombres. Pero resulta que un buen día los hombres y las mujeres tenemos hijos. Hijos que nos necesitan, que tienen derecho a que les cuidemos, eduquemos, dediquemos nuestro tiempo y atención. Y ahí es donde la cosa flaquea y es verdad que puede parecer que nos han vendido la moto . Pero porque no se ha hecho bien, no porque la mujer esté engañada con una falsa liberación y su lugar esté obligatoriamente en casa .Si mamá sale de casa para trabajar igual que papá, para garantizar que eso pueda ser así sin perjudicar a nadie (a los niños básicamente), tienen que cambiar algunas cosas para todos. Es lo justo.El presentismo, la rigidez en los horarios, la educación y mentalidad que quienes ven como algo malo una excedencia o una reducción de jornada, el que estas cosas solo las elijan las madres, etc. etc. Muchas cosas tienen que cambiar.No se trata por tanto de que la mujer se dedique sólo a aquellos puestos que se pueden compaginar mejor con la crianza de los hijos. Se trata de que todos, padres y madres, puedan desarrollarse profesionalmente y no por eso renunciar a lo más importante en sus vidas, sus hijos. Y hablo de desarrollarse profesionalmente, no sólo de dinero. Que es la otra cuestión que vengo leyendo repetidamente. Es que lo queremos todo, la hipoteca, el coche, las vacaciones. Y por eso trabaja la madre y no está con los hijos. Vaya mala madre. Por cierto, otra vez mal planteado, porque a nadie se le ocurre decir “y por eso el padre también trabaja y bla, bla, bla”.Quizá habría que darle la vuelta al discurso. Esta (otra)madre está bien preparada y quiere trabajar, de hecho tenía un buen trabajo antes, pero con la conciliación de mierda que tenemos no puede estar en todos lados y ha decidido quedarse con los niños.A propósito del dinero, y ya siendo retorcida, no habrá con esto de la crisis “intereses ocultos” para que la mujer salga del mercado laboral y vuelva a casa ¿?En fin, volviendo al tema, cierto es que llega un punto, un nivel de exigencia y responsabilidad en el trabajo, donde creo que hay que elegir. Lo siento, pero no se puede estar en misa y repicando. El trabajo es así y las necesidades del puesto son así.Habrá que hacer renuncias en un sentido o en otro. Pero esos puestos de trabajo también creo que son los menos. La inmensa mayoría podría ser más flexible.