Después de disfrutar como nunca de las fiestas navideñas y del Año Nuevo resulta que los turrones, los cientos de chocolatinas del tió y los transnoches le han traído un regalito para nada deseado: la neumonía. Flojita, pero ahí está. Fastidiando un día tan especial para el Peque como es el día de su cumpleaños. Así que ya os podéis imaginar a la menda lerenda llamando y rellamando a las mamis para anunciarles el cambio de data de la fiesta de cumple. ¡Parecía una call center! pero todo sea para que pueda compartir Su Día con sus amiguitos y amiguitas. Ains…¡qué no haríamos las madres por nuestros hijos!
Podría empezar ahora a explicar todo eso de que hace 4 años estaba en el paritorio, con el caliqueño en la boca y dando saltitos encima de una pelotita. Pero no, eso ya ha quedado atrás (cada vez más atrás) y hoy quiero celebrar su cuarto aniversario recordando algunas de las cosas que el Peque me ha enseñado en este último año:
Me ha ensañado que con tres años se puede mentir…¡y muy bien!
Me ha enseñado como se manipula a la gente. Sí, habéis leído bien. Además de mentiroso, manipulador (la madre que lo parío!). A éste le meto yo de político.
Me ha enseñado que, como no cambie la cosa, no va a ser uno de esos niños amantes del cole. El “no quiero ir al cole” no deja de visitarnos de tanto en tanto, y los retornos después de largas ausencias: ¡un suplicio y todo un drama!
Me ha enseñado que con tres añitos se puede tener más dotes de la chafardería, del radio macuto y del palique que el de la mejor peluquera del mundo!
Me ha enseñado que tiene más sentido común y es más sensato que yo. “Mamá, para que te vas a comprar otro cepillo de dientes si ya tienes uno en casa”. Con este Peque nos hacemos millonarios a base de ahorrar jajaja.
Me ha enseñado que con tres años se puede mantener una relación de “mejores amigos” con otro renacuajo. Inseparables y si pasa el tiempo sin verse, el día del reencuentro es toda una escena emotiva de “coje clínex y llora“.
Me ha enseñado que no quito bien las espinas al pescado. Suerte que él tiene una lengua excepcional y prodigiosa, capaz de detectar el más mínimo detalle, ya sea una espina o un guisante que intento colarle entre una cucharada de patatas. Yo le llamo la lengua selecteitor.
Me ha enseñado que soy capaz de tener una peazo paciencia! es especialista en tibar y tibar la cuerda y yo he ido evolucionando siendo capaz de aguantar echarle un grito hasta límites antes impensables. Aunque no siempre lo consigo. Sí, también me convierto en madre verdulera (con todos mis respetos a la profesión), pero es que son especialistas en buscar tu punto débil y ahí meter el dedo y meterlo y meterlo y meterlo hasta…AAAAARRRRGGGGG!!!!!
Me ha enseñado que es tan poco besucón como su madre. Ya me lo decía la mía, tal harás tal encontrarás.
Me ha enseñado que ya puedo ir haciendo yo cursos de fotografía que él no piensa ponerse delante del objetivo ni en pintura. Miro los álbunes de fotos y hasta los tres años tenía algunas guapísimas de él. Este año no encuentro ni una que sea decente como para imprimirla y ponerla en un marco.
Y os podría estar redactando un largo listado de “me ha enseñado”, pero todo ello lo podría resumir en una única frase:
Me ha enseñado a ser madre
¡Felicidades Peque!
PD: espero que hoy sí que me deje darle un besito…