Bueno, ya es Navidad, aunque para los centros comerciales lo es casi desde septiembre, cosa que no entiendo porque ya ves tú qué necesidad hay de ver renos y papa noeles abrigados cuando en la calle hace casi cuarenta grados. Que luego cuando llega diciembre ya les has cogido manía a los renos, a Papa Noel y a cualquier cosa que sea roja y tenga estrellitas. A lo mejor voy ahora al Primark y ya están con los bikinis, vete tú a saber. Nos tienen descontrolaitos. Ellos sabrán por qué lo hacen (a saber quiénes son “ellos”)
En España de toda la vida, la Navidad empieza el día de la lotería. Más que nada porque esperamos a ver si nos toca para empezar a comprar regalos y todo eso. Por si acaso, nunca se sabe.
¡SUERTE PARA TODOS!
A estas alturas ya todos los niños y niñas se han vestido de pastores, hemos comido polvorones, cantado villancicos y todo lo propio. Pero empezar lo que se dice empezar, empiezan hoy.
Hemos pasado las comidas de empresa, las felicitaciones a los compañeros pre-vacaciones, cuando te ves en el compromiso de desearles lo mejor a personas que el resto del año te provocan arcadas. En fin, toda la parafernalia.
Hemos comprado lotería de colegios y asociaciones a todo el mundo con hijos en edad de vender papeletas, de esas que tienen que coincidir con un número de la ONCE de un día cualquiera y que nunca te enteras si tocan o no. Igual me ha tocado alguna cesta alguna vez y yo sin saberlo. Jo.
Ahora queda lo más importante, las fiestas en sí mismas. Con su pavo, langostinos, turrones y todo eso. Con la familia, con ausencias, con enfados, con bullas, con todo lo que ya hemos pasado año tras año y que repetimos en plan día de la marmota.
¡A comerrrr!
Pero a pesar de todo esto que os he contado me gustan las Navidades, aunque me las pase llorando procuro mantener un poco de ilusión. Pongo árbol aunque no lo vaya a ver nadie, pongo luces aunque vuelva loca a los vecinos que deben pensar que he montado un puti-club, hago todo lo que hay que hacer. Que por mantener ilusión aunque sea a la fuerza no pasa nada, que es bonito.
Lo peor de estas fechas son las ausencias, las personas que ya no van a estar con nosotros aunque sea con una llamada telefónica o sentadas a tu lado en la mesa. Eso es lo peor. Prefiero pensar que celebran todos juntos la Navidad con una comilona celestial o algo así y que desde dónde estén nos cuidan. Espero que sea así y espero tardar en comprobarlo, que todo hay que decirlo.
Afortunadamente siempre hay niños, que son los que de verdad mantienen la ilusión de la Navidad y la inocencia. Verlos cantar villancicos, tocar la pandereta y hablando de los regalos que le van a pedir a los Reyes Magos (si, a los Reyes, que son tres y mejores) es lo que hace que podamos enfrentarnos a la Navidad.
Queridos Reyes Magos…
Así que aprovecho esta retahíla navideña para darles las gracias a todos los niños que quiero, gracias por hacernos sonreír a pesar de todo y gracias por vuestra alegría, no sé qué haríamos sin vosotros. Y a los niños que van a venir pronto darles la bienvenida. Gracias a todos mis niños y que los Reyes os traigan todo lo que habéis pedido (no os paséis) que os lo merecéis por ser la alegría de vuestras casas.
FELIZ NAVIDAD
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