El Podemos de hoy recuerda al PP de hace años, cuando se conocieron algunas de sus corrupciones, pero como eran de poca importancia no se castigaron, pese a que, como señala Petrarca, el pequeño pecado es la llave del salón del desenfreno.
Si se hubieran penado aquellas pequeñas corrupciones de los populares – y en los demás partidos, especialmente el PSOE, que tiene más causas, pero menos publicitadas--, la inestabilidad que sufren hoy los españoles, de la que se aprovechan los separatistas catalanes, sería inferior y no peligraría la misma existencia del país.
Podemos empieza ya con sus corrupciones, que no son sólo por haber recibido millones de euros de regímenes inmundos, como el iraní y el chavista, lo que obliga a Iglesias Turrión y los suyos a defenderlos.
Es que se vanagloria de personas como Alberto Montero, el receptor de casi cuatro millones de euros venezolanos cuando era presidente de la fundación CEPS, que diseñó parte del ruinoso y opresivo sistema de Maduro.
Ahora aparece como su portavoz de Economía, y “la casta” de los demás partidos ha aceptado que sea presidente de la Comisión de Empleo del Congreso de los Diputados.
Montero, profesor de la Universidad de Málaga, está expedientado, además, por haber creado una beca de 1.850 euros mensuales para una supuesta investigación, una broma académica, del actual número dos de Podemos, Íñigo Errejón, que cobraba sin aparecer por el campus.
Otro ejemplo es el de David Bravo, abogado de grandes piratas informáticos, nombrado portavoz adjunto en la comisión de Justicia del Congreso de los Diputados. Adiós, derechos de autor.
Como en el caso del PP y otros partidos que empezaban sus corrupciones, se oye una terrorífica voz que emerge del limo en las profundidades de Cthulhu anunciando: ¡Ya estamos aquíii!
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SALAS