Casa de las Siete Chimeneas (Madrid), sede principal del Ministerio de Cultura
Ya estamos en Cultura
Por Paco Delgado en AvanceTaurino
“Una de las grandes noticias del verano ha sido la decisión de, por fin, pasar el mundo taurino al Ministerio de Cultura. Parece como si con esta medida todos los problemas que padece la fiesta de los toros se fuesen a solucionar ya. Pero me temo que todavía queda un largo, muy largo, y curvo, muy curvo, camino para conseguir arreglar tanto desperfecto.
Ya estamos en Cultura. Los toros, la fiesta de los toros, ha pasado a depender del Ministerio de Cultura. Y lo que no deja de ser un trámite administrativo parece que sea, para muchos, la panacea universal, el bálsamo de Fierabrás que hará que desaparezcan, de un plumazo y como por ensalmo, todos los males que aquejan a este rito milenario. Bueno, pues ya estamos en Cultura ¿Y ahora, qué?¿Con este trasvase se va a conseguir, por ejemplo, que el IVA que soporta la organización y montaje de festejos pase del 18 al 7 por cien, como sucede con cualquier tipo de espectáculo? Pues no. Para empezar hay que recordar que son muchas las Comunidades Autónomas que tienen transferidas las competencias en materia de organización de este tipo de eventos y a las que no afecta para nada que el mundo del toro dependa de Cultura o de Interior. Y, además, el tipo de gravamen que se aplica viene marcado por un tercer Ministerio, el de Hacienda, que para nada creo que esté por la labor de perder más de un diez por ciento de ingresos en un sector que le aporta miles de millones.
¿Se puede esperar que, al ser un acto cultural, se abarate el precio de las entradas? Me parece que tampoco, por las mismas razones que impiden la rebaja del IVA y por que nadie va a estar por la labor.
¿Los medios de comunicación van a prestar más atención a esta realidad o seguirán, como hasta ahora, limitándose a cubrir las ferias más importantes e ignorar el desarrollo del resto de la temporada?
Tampoco me parece que esta decisión vaya a influir lo más mínimo en los directores y redactores jefe de la inmensa mayoría de medios generalistas, reacios -desde que se percataron de que su propia modernidad no les permitía informar sobre semejante salvajismo, a no ser, claro, que fuese el hombre el que cayese ante el animal- a dar la importancia que tiene un hecho cultural, antropológico y social de un calado infinitamente mayor que cualquier manifestación deportiva o, no digamos, a los miles de “reallitys” que inundan las parrillas de programación y que son una auténtica basura en todos los sentidos. Y los medios especializados seguirán arrimando el ascua a su sardina, pasando olímpicamente del espectador.
¿Se seguirá dejando que cualquiera, y hablo de cualquiera en su sentido más peyorativo, pueda organizar festejos taurinos con casi total impunidad? Pues claro, mientras no haya una autorregulación del sector, cualquiera podrá ser "empresario", cobrando a novilleros -y muchos matadores- por torear, sin pagar a nadie y haciendo que muchas plazas se queden ya sin toro per secula in seculorum.
¿Se devolverá al toro la casta que durante tantos años se han afanado en hacer desaparecer? ¿Se velará porque sea el público el principal foco de atención de los responsables de este negocio? ¿Se creará, por fin, un ente directivo que aglutine a todos los estamentos de la fiesta y que todos, todos, se sometan a lo que en él se regule? Permítanme que me parta de risa, porque, lamentablemente, no creo que este paso, tal y como está el patio, sirva de nada.”