Tener cáncer no es tan grave. Lo verdaderamente grave es desperdiciar tu tiempo en lamentaciones que no van ni p´alante ni p´atrás, porque, en definitiva si la solución no está en tus manos ¿de qué te preocupas? y en cambio si resulta que la solución sí está en tus manos ¿de qué te preocupas?
Lo que quiero decir es que nadie sabe cuando se va a morir. Cuando estás sano planeas tu vida como si fueras a morirte a los 80 años y piensas que todavía te queda tiempo para todo así que vas postergando cosas, un viaje que ya harás el año que viene, una disculpa que ya darás el mes que viene, un curso al que ya te apuntarás el próximo verano… y así sucesivamente con casi todas las cosas porque, en tus sueños más íntimos, jamás piensas que te vaya a suceder a ti algo terrible.
Pero mira por donde resulta que sí, que te sucede: cáncer y de los malos, de los que no tienen cura. ¿Qué hacer ahora? Pues lo mismo que hacías antes pero sin postergar nada en la medida de lo posible. Naturalmente que, junto con el cáncer, van un millón de cosas que hacen que tu vida cambie por completo y debes replantearte qué puedes hacer y qué no. Una vez establecido lo que sí puedes hacer, lo único que te hace falta es hacerlo, así de simple, igual que antes de tener cáncer solo que ahora ya sabes que no vas a durar hasta los 80 así que no tienes tiempo de andar postergando nada. Ahora es al pan pan y al vino, vino. Ya no hay excusas ni “paluegos”. No hay nada más que tú y tu vida. Lo peor que puedes hacer es desperdiciarla ¡y mucho menos ahora que te queda poca!, valga la ironía.
Así que valor y al toro. Da lo mismo si tienes cáncer o no. Aprovecha tu vida y vívela sonriendo, haciendo el bien y amando fundamentalmente, porque siempre, pero siempre, siempre, siempre, te queda poca.