Ya no leo más, ni lloro más. Dono.

Por Seodi
Llevo dos días con las páginas de elmundo.es y elpais abiertas en el navegador. Me he leido todo lo que se podía leer acerca del desastroso accidente de tren de Galicia. Ayer por la noche cayó un programa en no se que canal en el que estupendisimamente hablaron de las causas del mismo. He llorado como una madalena, como siempre en estos casos, esta mañana la última vez. Cuando pones nombres y apellidos a esas personas, es cuando más duele. Cuando ves que son personas como tu y como yo. Con sus vidas, sus trabajos, sus planes de futuro. Se te cae el alma y se te inundan los ojos. Han sido ellos. Podrías haber sido tu. O podría haber sido mi hijo, como fueron esos pobres pequeños. 
No voy a conseguir saber más leyendo más. Porque cuando se acaba la información, comienza el morbo y el sensacionalismo. No puedo hacer nada más por ellos que rezar y lamentarlo profundamente. Nada voy a conseguir volviendo a leer lo mismo, y viendo sus fotos, sus caras, leyendo sus nombres, y sus edades, pobrecitos mios. Por quien más lo siento es por los pequeños. 
Y como nada puedo hacer, y berrinches ya llevo unos cuantos, no voy a volver a entrar en noticias con fotos o que relaten experiencias personales, porque me dejan un mal cuerpo que me dura unos cuantos días. 
De nada va a servir que me ponga a soltar juramentos en todos los idiomas, o participe en linchamientos virtuales. No había balizas. No ha sido solo un error humano. El error humano ha sido decisivo y determinante, pero como siempre en este tipo de desgracias, no el único. 
Lo único que puedo hacer por ellos es dejar de lado mi miedo a que el enfermero de turno me escarbe las venas y me maree, e ir a donar sangre. Solo se me ocurre esa manera de ayudar.

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