Hasta hace bien poco, muchos de los golpes de estado que se imponían por las botas militares traían consigo debajo del fusil un plan económico recién salido de la Escuela de Chicago.
Como bien explica Naomi Klein en su imprescindible libro “La doctrina del Shock“, la imposición dolorosa del capitalismo más salvaje que propugnaba Milton Friedman sólo era posible hacerla cuando la población estaba en estado de shock, bien por causas de catástrofe natural o bien, como el ejemplo de Chile, por el terror impuesto por el asesino de Pinochet.
Ahora la cosa se ha modernizado. Los golpistas ya no necesitan de los milicos salvo para imponer estados de alarma o alerta que asegure que las revueltas sean escasas y que la mera visión del fusil sea suficiente para calmar los posibles ánimos.
No. Ahora los verdaderos golpistas recurren a “los mercados”. El modus operandi sigue siendo el mismo, pero sin sangre, que deja rastros: “Los mercados”, esos entes tan anónimos que todo el mundo conoce, junto a las entidades financieras, crean el mayor desastre financiero de la historia. Un robo a escala planetaria. Producto del pánico que produce en la gente la mera visión de un cajero automático vacío, imponen a los gobiernos políticas para socializar las pérdidas y que estas sean enjugadas convenientemente a base de sacrificios por todos menos por ellos. Aparecen los jinetes del apocalipsis que han empobrecido a media planeta: el FMI, el BM, la OCDE… Todos a recomendar árnica y recortes. Empiezan los sacrificios.
Y ya puestos, y aprovechando el estado de shock y la pasividad de una democracia secuestrada por partidos políticos que no son otra cosa que la correa de transmisión de los mercados en las instituciones, imponen un modelo de economía y de sociedad basada en el liberalismo, donde el mercado siga siendo más mercado, los estados menos estados, se desmantele el estado del bienestar, se impongan las políticas clasistas a todos los niveles y sálvese quien pueda.
Esto es lo que está sucediendo ahora mismo en Irlanda, Grecia y Portugal. Pasa en España, pese a que no ha habido rescate aún, este gobierno de pamplinas ya nos ha metido las reformas del shock en el cuerpo y amenaza con más, sin darse cuenta que su supervivencia no depende de otra cosa que del interés de “los mercados” por mantenerlo ahí hasta que ellos decidan.
Es lo que pasa cuando la democracia es una ficción.
Post relacionados: