Desde aquí, y tras unos días alimentándose y engordando, podrán dar el salto hacia su lugar de invernada, en la zona tropical de África.
Entre los migrantes de otoño que antes se hacen notar se encuentra el papamoscas cerrojillo Ficedula hypoleuca, ya en la segunda quincena de agosto. Ayer observé mis dos primeros ejemplares de la temporada, dos juveniles cerca del cámping de Bañugues.
Muchos
de las cerrojillos que observamos ahora son jóvenes, y presentan un comportamiento
territorial, se establecen en un área que defienden de otros congéneres. Esto es esencial para ellos porque para el éxito de su migración es fundamental que se establezcan en zonas donde haya abundancia de insectos con los que se puedan alimentar. He podido observar que pasan largos periodos escondidos en la vegetación, alternando con otros más cortos en los que salen a cazar.