Mañana es mi segundo día favorito del año (el primero es mi cumple, sí ese día me sale una vena muy egocéntrica, lo reconozco). Esta noche llegan los Reyes Magos.
Me encanta porque (casi) todo el mudo se esfuerza en hacer sonreir a las personas que quiere con detallitos y regalos y sorpresas. Al menos, en mi casa, se ve que somos todos muy buenos, pero los Reyes Magos siempre llegan muy cargados aquí.
Yo este año sólo he pedido unos playeros de montaña. La verdad que no necesito nada más, pero seguro que cae alguna sorpresa. Nosotras ya hemos dejado una bandeja llena de dulces navideños, nueces (también un cascanueces, porque aunque magos, no está demostrado que puedan abrir las nueces con la mente), agua para los camellos y leche para reponer fuerzas para dar regalos en todas las casas de todos los niños y para volver a Oriente.
Llamadme ‘friki’ pero ¡ me encanta! Y también me encanta la Cabalgata y las caras de los niños tan fascinados por estos seres mágicos nacidos para hacer felices a los demás. A mis 27 años me sigue haciendo muchísima ilusión. También voy a usar este espacio para quejarme contra ese moda de Papá Noel, que no la entiendo. Con lo que mola la ilusión de los Reyes, con sus cabalgatas y sus caramelos que te aporrean la cabeza, ¿para qué un señor gordo que ni hace cabalgatas ni nada?
Esero que os traigan muchos regalos, si habéis sido buenos, claro está. Si no, ¡cenizas y carbón!