Yakuza 2: Grand Kick Auto. Reanálisis

Publicado el 10 abril 2011 por Portalgameover

Si eres aficionado a los juegos de acción y te apasionan los retos, aquí tienes uno muy ambicioso: jugar a Yakuza 2 fuera de Japón. No es que por tu condición de occidental seas especialmente torpe con el pad, que también puede ser, sino que a juzgar por la distribución tan paupérrima que esta saga tiene en occidente, a Sega parece darle una pereza enorme difundirla fuera de tierras niponas.

Yakuza 2 / Amusement Vision-Sega / PS2

Ya sucedió en su momento con la primera entrega, lanzada en Japón en 2005 y que aquí no pudo disfrutarse hasta un año después. La cosa empeoró con esta segunda, aparecida por estos lares con dos años de retraso y gracias a la flexibilización por parte de Sony de los requisitos de distribución, permitiendo el lanzamiento del título es su idioma original (japonés) con subtítulos en inglés. El caso es que con los episodios 3 y 4 la ausencia de doblaje ya se ha consolidado como un elemento característico de la serie, decisión absolutamente sorprendente para una compañía que, tras años dando palos de ciego con muchas de sus sagas más emblemáticas, parece haber encontrado por fin en esta una franquicia sólida y rentable.

Ellos sabrán, porque si hay algo incuestionable es que esta serie siempre ha gozado del beneplácito general tanto de crítica como de público. Ya antes de aparecer el primer capítulo las expectativas generadas en torno a él eran enormes, con foros y páginas especializadas publicando noticias a todo tren y poniendo en circulación continuos rumores acerca de la naturaleza del juego. Se decía de él que era un GTA ambientado en Japón, que era un beat´em up protagonizado por yakuzas e, incluso, llegó a afirmarse que era el heredero espiritual de la saga Shenmue. La realidad es que todas estas afirmaciones tienen algo de verdad pero ninguna de ellas es completamente cierta. Efectivamente este título es un sandbox como GTA, aunque la escala es mucho menor y prescinde por completo de la conducción de vehículos y las armas de fuego para centrarse en las peleas cuerpo a cuerpo. Además se inspira en el planteamiento de Shenmue, colocándote en la piel de un personaje que vive en un universo creíble y vivo, y que protagoniza una apasionante historia de venganza. Pero las similitudes se quedan ahí, con lo que de secuela espiritual más bien poco, por la sencilla razón de que en Yakuza prima mucho más a la acción que la aventura y por el hecho incontestable de que la saga Shenmue es sencillamente irrepetible.

El mayor problema de Yakuza 2 y, por extensión, de la saga entera, probablemente consista en que la ambición que esgrime a la hora de combinar diferentes géneros, le falla al tratar de imprimir cierta profundidad a cada uno de ellos. El resultado es un título que globalmente funciona de forma más o menos satisfactoria, en el que la diversidad de tareas a realizar es enorme e impide que te aburras, pero cuya jugabilidad peca de simplista en sus diferentes vertientes. Es decir: tienes gran cantidad de cosas por hacer pero con poca chicha.

Como sandbox pone a tu disposición grandes áreas que, sin llegar ni de lejos a las dimensiones de un GTA, albergan la suficiente cantidad de misiones secundarias, pasatiempos, minijuegos, etc. como para enchufarte un buen número de tardes, sobre todo si padeces de síndrome completista. No obstante, se echa de menos algo de variedad en las misiones y una mayor libertad a la hora de moverte por el escenario y de interactuar con el entorno, auténtico monumento al cartón piedra.

Como beat´em up resulta bastante superficial, a pesar de ser éste el verdadero leit motiv del título. Las peleas están implementadas a la manera de los combates aleatorios en un RPG por turnos: vas andando por la calle, te insultan y cambia la pantalla a modo batalla. Pese a ser muy numerosos, el sistema de combate peca de burdo y poco refinado. Además adolece de poca profundidad: irás desbloqueando combos nuevos, pero nunca te exigirán que los domines todos y al final acabarás repitiendo cuatro o cinco, más que suficiente para completar el juego. Eso sí, tienes a tu disposición armas, objetos y mobiliario para golpear a los enemigos, y cuando se rellena la barra de furia puedes asestar violentos y gratificantes golpes a cámara lenta. Gracias a ellos los combates, aunque pobres, ganan en espectacularidad y no se hacen demasiado pesados.

El componente rolero es con diferencia el apartado más flojo y tiene un papel puramente testimonial. Kazuma obtiene puntos de experiencia a medida que gana combates o realiza ciertas actividades, como comer o tomarse una copa, y los puedes distribuir entre tres tipos de habilidades, que básicamente consisten en aprender combos nuevos y en aumentar la barra de vida o la de furia. Por otro lado en la aventura conocerás a algún personaje que puede enseñarte nuevas técnicas de lucha, pero, más allá de estas pinceladas, olvídate de otras opciones de personalización y mejora del protagonista.

Lo cierto es que, pese a la sencillez de cada una de sus facetas jugables, en conjunto el título resulta divertido y no chirría demasiado. Aquí desempeña un papel fundamental el mundo que recrea el juego, con calles y comercios rebosantes de actividad, y la atención puesta en el detalle, llevada al extremo de que tomarte una copa en un garito implica una descripción del licor consumido y una reproducción exacta de la botella. La guinda termina de ponerla una historia repleta de traiciones, venganzas, viejas cuentas pendientes, parentescos insospechados, personajes que no son lo que parecen… en definitiva, un apasionante culebrón de yakuzas protagonizado por tipos duros cuyas espaldas podrían albergar perfectamente tatuajes del Guernica. En este sentido el juego rivaliza con la saga Metal Gear en cuanto cantidad de escenas cinemáticas, todas ellas impactantes y bien realizadas, tanto en lo referente a la puesta en escena como en cuanto a personajes y diálogos. Por desgracia en ocasiones el argumento pierde el norte y se pone a hacer unos malabarismos que dejarían en pañales a “hitos” televisivos de la talla de Dallas o Falcon Crest. Por otro lado el final del juego es de juzgado de guardia: en principio te quedas con la boca abierta ante uno de los finales más bellos que se han visto últimamente, pero si aguantas los títulos de crédito comprobarás con estupor cómo lo fusilan sin ningún tipo de miramiento para justificar nuevas entregas.

Por último señalar como dato especialmente negativo el hecho de que Yakuza 2 lleva el concepto de secuela a tal extremo que casi puede considerarse, más que un juego con entidad propia, una expansión de la primera entrega, es decir, un título concebido única y exclusivamente para hacer caja con el mínimo esfuerzo:

- Técnicamente es casi idéntico al anterior y, aunque se ha refinado algo el rendimiento (especialmente los tiempos de carga, que continúan siendo numerosos pero más cortos), seguirás encontrándote con parones en la imagen cada vez que doblas una esquina, un popping brutal o una cámara lamentable. Lo del popping es algo digno de ver y en más de una ocasión la aparición repentina de una textura te hará dar un salto en la silla. Ha de reconocerse, no obstante, que el juego pone una cantidad de elementos en pantalla que quizás sea excesiva para las capacidades de la consola, pero lo que resulta sorprendente es que, pese a ello, el estudio cometa la torpeza de introducir una misión de sigilio, en la que has de llevar a una persona al hospital sin que te detecte la policía. El resultado te lo puedes imaginar: vas por las calles de Kamurocho con el herido a cuestas y súbitamente aparece junto a ti un policía que te detiene para preguntarte por el paquete, con lo que deberás reiniciar el recorrido. En cuanto al comportamiento de la cámara sólo puede ser calificado de desesperante: los cambios de plano cuando andas por las calles te obligarán con frecuencia a detenerte para ubicar al personaje; en los interiores la cosa es todavía peor: hay una misión en concreto en la que accedes a un edificio cuyas plantas has de recorrer y en la que acabarás literalmente medio mareado y desorientado.

- A nivel jugable repite punto por punto todas las bazas de la anterior entrega, por lo que no te encontrarás nada nuevo: sistema de combate, mejora de habilidades, misiones secundarias, minijuegos… absolutamente todo está tomado del primer episodio. Incluso durante la mayor parte del juego recorrerás las mismas calles de Tokio que ya te pateaste en la primera entrega, ya que los escenarios también están repetidos. Únicamente han añadido uno nuevo, el de Kansai, en Osaka, que visitarás en un par de ocasiones y que tiene unas dimensiones bastante modestas, ya que la mayor parte de sus calles están oportunamente cortadas por obras.

Hablar de Yakuza 2 no es nada fácil. No ya por el hecho de disfrutarlo tarde y mal o por su vergonzoso carácter de secuela fácil, sino porque, al igual que sucedía con el anterior episodio, se trata de un juego muy normalito que, pese a su modestia, te acaba enganchando, pero esa capacidad para atraparte no es producto de una jugabilidad trabajada y pulida, sino del fantástico universo que recrea el título. Eso sí, si un videojuego consiste en hacerte sentir en la piel de alguien diferente, sumergirte en un mundo que no es el tuyo y participar en una historia que no te pertenece, todo eso Yakuza, con sus peros, lo hace como nadie.

Puntuación: Del montón