Dentro de la lista de ocurrencias por parte de algunos músicos para desmarcarse de la corriente general hay algunas sorprendentes por lo novedoso aunque finalmente la mayor parte de los artistas terminan por “volver al redil” y publican sus obras en los formatos habituales. Probablemente hubo alguien que lo hizo antes pero la primera vez que tuvimos noticia de algo así fue cuando Beck publicó en diciembre de 2012 su disco “Song Reader” en un formato, digamos, desacostumbrado. El músico lanzó un libro con las partituras de veinte nuevas canciones. No había grabación alguna. Sólo los “oyentes” con conocimientos musicales podrían llegar a reproducir cada uno de los temas y tener así su propia versión del disco. Sin referencias de ningún tipo al margen del papel pautado.
Llamar revolucionario a lo que realmente se viene haciendo en la música desde hace casi diez siglos puede sonar, como poco, fuera de lugar y sería así si hablasemos sencillamente de música pero no es así. Hablamos de una industria, un negocio cuyo soporte en las últimas décadas siempre ha sido la venta de música en un soporte físico que permita a cada comprador disfrutar de una obra musical interpretada por un artista o artistas concretos en cualquier sitio, sin necesidad de asistir al rito de un concierto. Quizá en el ámbito de la música académica esto podría tener aún hoy algún sentido (con la consecuencia de la invisibilidad total de la obra para el gran público) pero desde luego, no en el pop/rock.
La editora del libro de partituras de Beck abrió un canal de youtube y otro en soundcloud en los que los fans podían subir sus propias interpretaciones del disco pero, finalmente, el propio Beck decidió tocar “Song Reader” en directo y, finalmente, publicar su propia versión del mismo en formato CD con varios artistas invitados. Esto ocurió dos años después de la aparición del libro de partituras.
Hace ahora un año, Yann Tiersen hizo exactamente lo mismo que Beck. Publicó “Eusa”, un libro de partituras para piano inspirado en los paisajes de la isla bretona de Ouessant (Eusa es el nombre en bretón), lugar de nacimiento del músico. Al mismo tiempo, lanzó la web eusasound.bzh en la que se podían encontrar imágenes y grabaciones sonoras de campo de cada uno de los lugares que inspiraban las composiciones del libro, así como las coordenadas exactas de cada localización.
Tiersen interpretó en varios conciertos la música de “Eusa” pero no ha sido hasta ahora que se ha decidido a grabarla. Sucedió en el estudio No.1 de los míticos Abbey Road. Allí, con el sonido de las grabaciones de la isla de Eusa como fondo, el artista bretón interpretó su nueva obra. Una música que no se creó para aparecer en un disco pero cuya acogida hizo que su autor se lo replantease hasta el punto de publicar en las últimas semanas un extraordinario disco en el que nos muestra su faceta más íntima en todos los sentidos. El libro de partituras incuía diez composiciones. Aquí aparecen intercaladas con fragmentos improvisados de título “Hent” (camino) numerados del 1 al 8 que representan el recorrido de una localización a otra a lo largo de la isla.
“Hent I” - El sonido de un ave indeterminada da el pie a Tiersen para ejecutar una corta serie de acordes acompañados por una voz femenina muy sugerente. Hay pocos artistas que se hagan reconocibles con tan poco y Yann es uno de ellos.
“Pern” - Entramos en materia con una animada pieza de gran belleza. Aires minimalistas, como es habitual en el artista bretón y un lirismo muy personal. No nos cabe duda de que aquellos que se enamoraron de Tiersen con la banda sonora de “Amelie” y sus discos anteriores experimentarán aquí un reencuentro con un músico que en los últimos años se movió por otros derroteros.
“Hent II” - El viento y los sonidos de una cierta actividad humana sirven de base para una pieza meditativa y muy ambiental en el estilo de Harold Budd.
“Porz Goret” - Sin solución de continuidad entramos en este delicioso vals con aires de Satie que ha sido la pieza escogida por Tiersen para promocionar el disco. No podemos hacer otra cosa que caer rendidos ante la delicadeza y la inspiración de un músico cada vez más maduro. Temas como este no están al alcance de cualquiera.
“Lok Gweltz” - Esta vez no hay transición, quizá por la cercanía de los lugares que inspiran ambas piezas. Musicalmente sí que hay diferencia entre ambas aunque se mantiene el tono clasicista de todo el disco. En cierto modo nos recuerda al Tiersen de “Goodbye Lenin” por esa nostalgia tan especial que destila la partitura.
“Hent III” - Creemos escuchar el sonido de campanas lejanas acompañándonos en nuestro trayecto hasta la siguente parada. Muy breve y con una corta intervención del piano al final. Es difícil de saber exactamente lo que suena de fondo porque las grabaciones originales han sido manipuladas por el músico para crear un efecto de “drone” que le ayude a dar forma a sus improvisaciones
“Penn ar Roc'h” - Llegamos al puerto cuyo muelle queda parcialmente sumergido con la marea. Tiersen sigue maravillandonos con una música que aparenta una sencillez que muy probablemente no sea tal. Es un corte que se hace muy corto pero hay que continuar con la visita.
“Hent IV” - Los sonidos que acompañan nuestro camino son cada vez más atmosféricos, aprovechando el artista para mostrar aquí su cara más audaz y experimental. Imaginamos un recorido con mucha bruma y un frio persistente aunque los pájaros que escuchamos al final nos anticipan la aparición del sol.
“Kereon” - La pieza comienza con gran fuerza gracias a un ritmo persistente y obstinado. Poco a poco la melodía se abre paso devolviendonos al Tiersen más alegre de sus primeros trabajos. Es curioso que muchas de las piezas que formaron parte del libro de partituras original sean finalmente de menor duración que las improvisaciones que vertebran el trabajo pero eso nos indica lo cómodo que se encontraba el autor a la hora de grabar estas nuevas partes.
“Hent V” - La siguiente transición continúa en la linea de las últimas, con más importancia del sonido y el ambiente en sí que de la propia melodía. Que no se vea esto como un crítica porque no lo es. En nuestra opinión, esta forma de organizar el disco es idónea para evitar caer en una homogeneidad que podría resultar aburrida.
“Yuzin” - Los paisajes descarnados y agrestes de Yuzin son ilustrados por una música algo más minimalista de lo habitual. De hecho, en algún momento nos recuerda al Wim Mertens de los primeros años de la década de los ochenta: más rítmico que melódico.
“Roc'h ar Vugale” - Quizá la idea fuera representar las rocas de Yuzin con una música menos lírica para representar el siguiente punto del viaje, en el que la vegetación se abre paso entre la piedra, con un tema más optimista. Ciertamente éste lo es y no es difícil pensar en imágenes relacionadas con esa lucha de la vida por abrirse paso mientras escuchamos esta pieza.
“Hent VI” - Sabemos que somos reiterativos con el tema pero lo cierto es que las combinaciones de piano con sonidos etéreos, en especial cuando el piano ejecuta notas sueltas sin llegar a formar melodías definidas nos remiten inmediatamente a Harold Budd y, en menor medida, a Brian Eno. Este es un ejemplo más de ese tipo de piezas.
“Penn ar Lann” - Las preciosas vistas desde los acantilados de Penn ar Lann sirven de excusa a Tiersen para componer uno de los mejores cortes de todo el disco. Con un estilo que llega a recordarnos a veces al de George Winston, el pianista destila optimismo y buen hacer durante cuatro minutos para enmarcar.
“Hent VII” - Con pocas novedades respecto a las transiciones anteriores nos dirigimos ya hacia las dos últimas paradas del viaje.
“Enez Nein” - La primera de ellas es una nueva cita con la extraña melancolía de Tiersen que es capaz de sugerirnos tantas cosas y provocar estados de ánimo tan diferentes en una misma pieza que nos hace dudar en algún momento sobre si seguimos escuchando una composición o hemos pasado ya a la siguiente.
“Kadoran” - El cierre del disco llega con una expansiva melodía de corta duración pero cargada de una alegría contagiosa. Del mismo modo en que llega termina para dejarnos con el último tramo del recorrido.
“Hent VIII” - Difícil imaginar mejor despedida para el viaje. El piano nos acompaña brevemente y nos deja en compañía de la misma voz con la que comenzamos el recorrido hace casi una hora.
Yann Tiersen tiene ya una carrera muy sólida en la que su estilo ha evolucionado como pocos tocando desde música con una cierta raíz folclórica hasta pieza más clasicistas con una clara influencia del que podríamos llamar “minimalismo europeo” pasando por el rock, la experimentación electrónica y un sinfín de giros que hacen de su obra un “corpus” muy difícil de clasificar. Dentro de esa trayectoria “Eusa” podría verse como un receso, una vuelta a las fuentes como lo fue hace unos años su “Tabarly”, que no tendría por que significar que esta vaya a ser la linea a seguir en el futuro. Por otra parte, también podría ser un signo de madurez. El momento en el que, tras años de experimentación con otros estilos, el artista encuentra su propia voz, aquella con la que es más reconocible. Sea como fuere, “Eusa” es un buen disco que puede ayudar a recuperar a los seguidores que se alejaron de él en los últimos años.
Como despedida os dejamos con un montaje realizado en las sesiones de grabación del disco: