La cobardía que generó entre tantos españoles la cadena de atentados del 11M de 2004 aliada a la corrección política y al relativismo por miedo a ser tachados de islamófobos ha provocado un temeroso silencio general ante la aparición del yihadismo en numerosas mezquitas que crecientemente se establecen en España.
Debería sorprender la nula reacción y análisis de los políticos del gobierno y la oposición, especialmente la laica, tras lo ocurrido días atrás en la gran mezquita sunita “de la M-30”, la carretera que rodea el núcleo central de Madrid, construida y sostenida por Arabia Saudita.
En su centro cultural y en su cafetería operaba, al menos, un grupo yihadista de unos quince miembros autoproclamados desde 2011 “Brigada Al-Andalus”, que supuestamente tiene tres de sus “hermanos” combatiendo en el terriblemente sanguinario Califato Islámico en Siria e Irak.
Naturalmente, proponiéndose volver a España. Pregúntese a qué.
Posiblemente esa mezquita es la más controlada del país, y aun así tardaron casi cuatro años en saber que se albergaba allí un grupo terrorista, por lo menos, a pesar de que su joven imán, Hussam Khoja, es un saudí que jura ser pacifista.
Porque el islam, afirma, es una “religión de paz”, como repitenoccidentales como Barack Obama y demás políticamente correctos, pero no millones de perseguidos en peligro de muerte, especialmente cristianos, en Asia, África, e incluso en algunos barrios de ciudades europeas.
Entre tanto, y con cada vez más mezquitas de toda España en precaria vigilancia ante su posible radicalización, la izquierda andaluza exige convertir en centro mixto islamo-católico la catedral de Córdoba, extensión de la mezquita construida sobre una basílica cristiana, y con sus materiales, cuando el conjunto está consagrado como iglesia desde la Reconquista de la ciudad, hará ahora 777 años.
Aunque sólo sea parcialmente, entregar esa capitalidad político-religiosa a quienes quieren restablecer Al-Andalus es crear múltiples comandos como el de la M-30, muchos más 11M, e incitar a que se proclame allí un nuevo Califato.
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SALAS