Yo acuso

Publicado el 05 noviembre 2010 por Icíar
Escritor: Émile Zola
1885 Alfred Dreyfus , JUDÍO, es condenado por los tribunales militares por un delito que no cometió.
1886 Se descubre al verdadero autor del delito. Sin embargo, el caso Dreyfus no es revisado.
El error inicial, y su no querer rectificar lo mal juzgado, va desatando una cadena de acontecimientos que acabará convirtiendo el caso Dreyfus en un asunto político en el que toda Francia quedará involucrada y dividida.
Los adversarios de Dreyfus declaran la existencia de una serie de pruebas concretas que no pueden salir a la luz por atentar con la seguridad de la Patria; así como el convencimiento de que la comunidad judía “con su oro” había creado una cofradía con la que financiar su campaña a favor de Dreyfus.
Y luego tenemos a los defensores de Dreyfus, con Zola a la cabeza. Zola apostó toda su fama y reconocimiento, en la lucha de lo que él creyó que fue la mayor injusticia cometida y el síntoma latente de la existencia de una Francia enferma, de una Francia que estaba dando pasos hacia atrás, volviendo a las conductas que en un pasado hicieron posible la opresión y la falta de libertad. “A medida que avanza la verdad, se acumulan las mentiras para impedir ese avance” y todo eso es posible por el mal funcionamiento de las instituciones republicanas que deberían de impedirlo.
El título “Yo acuso” viene de las acusaciones que Zola enumera en la carta dirigida al Presidente de la República.
El libro es el detalle de lo vivido que el mismo Zola nos cuenta, mediante sus explicaciones y recopilación de los artículos publicados, cartas enviadas y discursos dirigidos por él mismo, así como la descripción que la repercusión de dicha defensa tuvo en su ánimo. Zola fue procesado, exiliado, incluso su casa le fue embargada, aunque finalmente, los acontecimientos parecieron darle la razón.
Es de admirar la voluntad y la decisión de Zola de no permitir la grieta en el sistema francés, sin importarle las repercusiones que esta defensa pudiera tener en él mismo. Eso es irreprochable, y lo único que importa.
Ya sólo decir, que a mí particularmente la oratoria, salvo su discurso al jurado no me llegó a gustar, pero claro, no estamos en 1885, sino en 2010, eso supongo que algo tendrá que ver. Y también supongo que tiene que ver el reconocer sus palabras en otros políticos actuales al que no admiro demasiado. Es que cuando se dice mucho una cosa, acaban fulminando su significado.
No me llega a gustar porque su posición frente a la Iglesia y a la derecha por ejemplo, es muy visceral, comprensible por la experiencia vivida en la Historia, y no exenta de razón, pero visceral.
No creo que ni la Iglesia, ni la derechas, por ejemplo, sean los creadores de la opresión. Es la posición de un grupo en concreto frente a los otros, lo que crea la opresión. Creo que hay que defender todos los grupos, deben de existir, para que “matándose unos a otros” el equilibrio de las fuerzas se mantenga en el centro, y no se desplace a ninguno de ellos. Porque cuando debajo del grupo hay intereses humanos particulares, no seré yo la que apoye a ningún grupo, aunque sí a todos.
Es curioso que ya en aquélla época Zola hablara de confusión moral, igual que ahora, y aún más llamativo, el papel de la prensa y su capacidad de influir en la opinión pública, del que ya tanto se quejara, igual que ahora. Y por último la reflexión que sobre la Ley de Amnistía Zola escribe, es también un debate muy actual.
POSDATA: El caso Dreyfus fue aún más importante, porque fue el suceso que hizo que Theodor Herzl, el precursor del sionismo, cambiase de una postura de asimilación del pueblo judío, por una postura nacionalista, en el sentido de situarse en la creencia, de que la solución al problema judío era que dicho pueblo tuviese una patria. Este movimiento acabaría con la proclamación del estado de Israel. Pero eso es otro capítulo, "emitido" en 1947.