Papi, ¿Me adelantas la paga? Necesito liquidez. Así fue titulado un artículo en la edición julio - agosto 2019 de la revista Forbes, España que habla sobre el compromiso de los menores españoles con el ahorro monetario. "Según una encuesta realizada por la firma alemana GFK para AXA Investment Managers, se demuestra que la idea de no asumir riesgos con el dinero está presente desde edades tempranas, así como la intención de ahorrar de los menores," de acuerdo con lo expuesto en el artículo. Otras cuestiones se manejan en dicho escrito; las razones que sustentan las conductas de ahorros de los niños y las intenciones que tienen con su dinero. También la ventaja que llevan ellas sobre ellos en esta disposición, etc.
El siguiente trabajo intenta propiciar la reflexión sobre un tema que se torna difícil en muchas ocasiones cuando los hijos crecen pero al cual no se le presta, quizás, toda la atención necesaria cuando nuestros niños están transitando por las primeras etapas de su vida.
Otro resultado que arroja el estudio antes mencionado se refería a la correlación positiva entre la conducta de ahorro de padres y la intención de economizar de los menores. Una correlación bastante común dado la influencia que ejercen los mayores en la construcción del psiquismo de los niños. De modo que podemos pensar en varios conceptos y procesos psicológicos que bajo la orientación de los más veteranos pudieran ayudar a la gestión financiera de los menores que con vertiginosidad se vuelven cada vez más independientes.
Un primer proceso tiene que ver con la formación de hábitos. El menor atraviesa por una etapa de transformaciones, rupturas e instalación de nuevas formas de hacer. Estos adquieren hábitos alimenticios, higiénicos, en fin, un conjunto de disposiciones en la que su relación con el dinero se puede modular con el fin de crear hábitos de ahorro para un mejor desempeño en etapas futuras. Se trata en última instancia de ir introduciendo nuevas pautas, acorde con sus niveles de aprendizaje. Para muchos adultos hablar de dinero con los menores no es una prioridad, no digo que ello se deba convertir en una responsabilidad del niño sino que hacer partícipe a este de las dinámicas que implican el manejo del capital de una forma sutil, puede dar buenos resultados. Pongo un ejemplo sencillo: está el niño que anhela una bici, y sus padres a modo de convenio le explican que debe ahorrar una parte del dinero que recibe para ayudar con la compra de tan preciado artículo.
Continuemos con el mismo ejemplo para introducir un segundo concepto que he llamado: aplazar los beneficios. El niño puede saber que en este mes se le comprará la bici que tanto desea y por la cual se ha esforzado pero que pasará un tiempo para adquirir los patines que necesita para entrar en el grupo de patinaje de la comunidad. El retardo de los beneficios es una estrategia que dotará al niño de cualidades de gran valor en su desarrollo personal y profesional. Cualidades como la constancia y la paciencia, sobre todo en esta sociedad donde la inmediatez se hace camino pero que no siempre deja saldos positivos. Nuestros pequeños quieren obtener cosas para ayer y en la mayoría de las veces viven ajenos de los sacrificios que hacen los mayores para que estos sean "felices", en una concepción errada de lo que es la felicidad.
A menudo, nuestros pequeños se hayan saturados de objetos que no usan pero esto no hace que sus deseos de poseer se reduzcan, al contrario. Es como si estuvieran "programados para abarcar" cada vez más, pero ¿quizás a esto se le puede sacar provecho? Recientemente jugaba con un niño pequeño y aunque no le alcanzaban manos y pies para jugar con todos sus juguetes, berrinchaba cuando yo tomaba una de sus pelotas. Creo que es un suceso que muchos hemos visto de una u otra forma y ello me llevó a pensar en los puntos de contacto que existen entre dicho comportamiento de los menores y la capacidad de ahorro que pueden desarrollar. Acumulan sus juguetes y hacen uso de ellos tal cual su antojo, algo muy parecido a lo que hacemos los mayores con nuestros créditos de una forma responsable. Es como si psíquicamente nuestros infantes tuvieran esa orientación innata hacia el ahorro y que nuevamente la función de los mayores es la de ayudar, modular y propiciar un desarrollo "feliz" en una concepción adecuada de la " felicidad ".