Tiempo después de su creación, la criatura de Frankenstein, aún camina sobre la tierra. Sin saber muy bien porqué, se verá en medio de una guerra entre gárgolas y demonios, es decir, entre el bien y el mal pero poco a poco irá descubriendo que él tiene la clave para salvar a la humanidad.
Y es que esta película es absolutamente infumable. Vamos a pasar por alto que el personaje de Aaron Eckhart tiene de criatura de Frankenstein lo mismo que yo de monja porque, como el guión se basa en una novela gráfica y no en el original de Mary Shelley, en cierto modo, pueden hacer lo que les de la gana. Pero es que la historia es insostenible y sin sentido. Los personajes se dedican a pasar de un escenario a otro, como en un videojuego, y todo son peleas y explosiones azules y rojas (los colores que aparecen al morir una gárgola o un demonio). Pero es que encima es aburrida y cuando la única pretensión de una película es ser palomitera, que menos que te entretenga.
Yo no la recomendaría ni como curiosidad, como mucho para echar una buena siesta ahora que el calor aprieta porque, de verdad, es aburrida, plana y totalmente insustancial. Nunca entenderé porque actores decentes, con una cierta entidad y en activo (como Bill Nighy, por ejemplo) se prestan a aparecer en películas de esta calaña pero cada uno sabrá como quiere manejar su carrera.