Ahora que Europa va a capitalizar las cajas de ahorros españolas convertidas en bancos digamos la verdad: aparte de muchos de sus directivos, que robaron bastantes millones para su jubilación, los grandes saqueadores somos nosotros, que hemos engañado a los directores, interventores y cajeros de nuestras sucursales.
Nuestra cuenta corriente está en números rojos y espera otra mensualidad de la hipoteca del piso que nunca debimos haber comprado para especular, tras especular vendiendo el primero que teníamos.
Una hipoteca concedida antes de la implosión de la burbuja inmobiliaria por mucho más valor que el del piso en el mercado de entonces.
Vaya 4x4 gigantesco que nos compramos para sentirnos por encima de los demás. Treinta, cuarenta, cincuenta mil euros. Un dinero que vuela a Alemania, o a Corea del Sur, que también hace todoterrenos muy aparentes.
Veamos las tarjetas, ay, las tarjetas: nos pagaron semanas caribeñas, cruceros por el Mediterráneo, y muchos caprichitos y ramos de flores para ligarnos a la Jennifer sin que se entere la señora.
Hay economistas que afirman que si la deuda pública española es de 700 millones de euros, el 70 por ciento del PIB, la privada es tres veces superior al PIB, es decir, de tres billones de euros.
Si es así, cada uno de los 47 millones de habitantes de España, incluidos los recién nacidos, debemos 63.829,787 euros, que son 10,637 millones de las desaparecidas pesetas.
¿A quién hemos saqueado para deber tanto?: pues a los banqueros, que quizás terminen en la cárcel con trajes a rayas. Antes los tenían de mil rayas, del más caro seesucker del imperio británico.
Nosotros nos imaginamos usando chaqué y chistera mientras nos fumamos un habano y jugueteamos con nuestra leontina de oro, como hacían los banqueros de antaño, pero en realidad estamos esperando al agente judicial que nos desahuciará para quedarse con piso, 4x4 y la Jennifer.
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SALAS