Escribo esta pequeña nota en el último día de campaña, con mi voto plenamente decantado por la candidatura de Izquierda Unida y con la conciencia muy tranquila de que le doy la mayor utilidad posible a mi papeleta. Desconozco el resultado y no seré yo quien profetice un futuro lleno de aciertos y falta de errores a IU en el parlamento si es que, como vaticinan todos los sondeos, se produce ese resultado que aumenta considerablemente la representatividad. Lo que tengo muy claro es que como persona de izquierdas escojo la candidatura más honesta y coherente con los intereses de quienes estamos sufriendo las consecuencias de la crisis que no somos otros que los trabajadores y el precariado.
Yo me decanto por una izquierda que los medios de comunicación definen como minoritaria pero que casualmente representa y defiende la opinión de un sector mayoritario de la izquierda en infinidad de aspectos. Me gustaría saber por qué IU es minoritaria cuando como la mayoría de la izquierda cree que una reforma de la Constitución debe ser refrendada por un referendum, por qué es minoritaria cuando la mayoría de la izquierda defiende una ley electoral justa y democrática, por qué es minoritaria cuando la izquierda social de este país clama por la dación en pago que termine con el terrorismo hipotecario, por no alimentar el monstruo de los bancos con dinero público, por no precarizar el mercado laboral con reformas que nos retrotraen a las condiciones de nuestros abuelos, por qué es minoritaria cuando la mayoría de la izquierda se opone al retraso de la edad de jubilación, al aumento de jornada a 65 horas semanales en la UE, a la sumisión del Estado a los intereses de EEUU con la implantación del escudo antimisiles en Rota. Me pregunto cómo puede ser posible que sea una izquierda minoritaria cuando la mayoría de la izquierda de este país defiende la resolución del conflicto en el Sáhara, que desaparezcan los CIEs que tratan a los inmigrantes como animales, etc.
En conciencia mi voto va para IU porque es, en definitiva, la única formación con vocación institucional que puede hacer valer y defender mis intereses como clase y como víctima de una crisis de la que no me siento en absoluto culpable como para tener que pagarla. Es por esto que yo me exculpo si la derecha sin máscara llega al poder, me exculpo de no apoyar con mi voto a un neoliberalismo con pequeños guiños sociales que pretende prostituir los votos de la izquierda en beneficio de los más fuertes. Yo me exculpo porque mi voto no lo regalo, porque mi voto es tan importante que no consiento que se utilice para lo que yo no lo he dado. Yo me exculpo porque con mi voto no pienso amortiguar la caída por mérito propio de aquellos que con su política de firmeza frente a los débiles y debilidad frente a los fuertes han claudicado frente a los mercados, frente a la banca y que han sentado las bases de la destrucción del Estado del Bienestar. Cuando el PP en nombre del déficit empiece a desmantelar, que nadie olvide quién bailó con ellos la danza de la reforma constitucional para contentar a los mercados y abrir la veda de la contención de gasto público. Yo me exculpo porque mi voto no va a servir para salvar a quienes prefirieron los duetos frente a los coros.
En estas elecciones que las urnas se llenen de votos de rebeldía. Somos más en la izquierda, que cada uno escoja su opción en función del prisma con el que vea las cosas pero que nadie se atreva a cuestionar que nuestro voto en conciencia es el mejor voto posible. Votemos a quien votemos, sabemos que nuestro voto es nuestro y ya estamos hartos de tener que escoger entre lo mismo y lo mismo.