A las personas en general nos gusta mucho jugar a un deporte innecesario: juzgar. Nos juzgamos a nosotras mismas, juzgamos al otro y al de más allá. Vivimos en una era en la que la comparación está a la orden del día y creo que es porque la competición está presente en casi cualquier ámbito en el que vivimos.
La sociedad de la competición.
Hablando con Patricia del blog Con un par de Alas hace unos días, me hizo ver cómo la competición está constantemente presente en nuestras vidas. Desde muy pequeños. Y para competir hay que comparar unos con otros, ver cual es el mejor, de forma que tiene que haber un peor. Considerar lo correcto sobre lo incorrecto, según las normas.
También genera expectativas sobre uno mismo, sobre los demás, y por tanto acabamos juzgando o prejuzgando nuestras habilidades y las de otros para saber qué opciones tenemos de ganar.
Porque en una competición se participa para ser ganador. Es raro que haya competiciones de algo cooperativo. Si acaso el premio es para todos los del equipo. Pero siempre habrá alguien que ha aportado más, que se considere mejor, que haya marcado el punto que da la victoria.
La maternidad
Cuándo nos convertimos en madres hay una serie de expectativas que queremos cumplir. Nos las ponemos nosotras mismas o nos las impone la sociedad y la familia. Da igual de donde vengan el caso es que se cuelan en nuestra cabeza para crear un objetivo al que llegar.
Y luego viene la decepción. Bien porque nuestro bebé es diferente a lo esperado o porque nosotras mismas no somos capaces de reaccionar como se supone que deberíamos. Y ahí empiezan los problemas, las dudas, las excusas y las lágrimas. Todo por haber puesto un ranking para ser madre en la que una tiene que ser igual o mejor que las demás. Más bien, de lo que se supone que es una madre.
Cada ser humano es diferente pero para la maternidad tenemos una guía muy restrictiva que seguir:
- Tienes que ponerte en forma pronto, perder la barriga postparto y volver no solo a tu situación anterior al embarazo si no aún mejor.
- Comer sano para que en la leche haya todo tipo de nutrientes o para enseñar a tu peque a comer de todo.
- Cuidar a tu hijo con todas las atenciones posibles, pero sin pasarte.
- Tener nociones de prácticamente cualquier pedagogía que haya existido en la historia y decidir sabiamente cuál seguir para que el futuro de tu peque sea prometedor (más que el de los demás).
- Saber de pediatría para poder solventar los pequeños problemas y a su vez saber cuando ir al pediatra, pero no ir por tonterías o imaginaciones de madre hipocondríaca.
… es muy difícil entrar en esa figura. Es muy difícil ser madre o padre de por sí. Pero si encima nos ponemos más trabas compitiendo por ver quién llega a más. Entonces estamos en una clara situación de perder.
Juzgamos de serie
Nos inculcan desde muy pequeños el funcionamiento de la competición. Y para saber quien gana hay que juzgar. Tenemos que ser árbitros de la vida. Como si pitar falta quitara puntos. Pero además cada uno jugamos con nuestro propio sistema y nuestras reglas. En mi casa se hace así. En la vida se espera de tí tal o cual.
Os recomiendo intentar pasar todo un día sin juzgar a nadie. Ni siquiera a vosotras mismas. No vale ningún juicio. Va a ser duro, pero es interesante hacer esta exploración tanto por uno mismo como por los demás.
¿Cómo te sientes? ¿Qué has descubierto sobre tí? ¿Te juzgas demasiado? ¿Y a los demás?
¿Y tú, juzgas?