Ya desde pequeñita (bueno, quizá no desde tan pequeñita) me fallaban las mates. He sido y seré siempre mala con los números. El cálculo mental… bueno, digamos que cuando hay que calcular mi mente, precísamente, está a otra cosa. Las divisiones, las medias, las reglas de tres, las raíces cuadradas, las quebradas y las nosequéquéséyo, son pequeñas asignaturas pendientes y, supongo que por eso, cuando escucho a políticos (patrios y europeos) hablar de economía, no me entero ni de la mitad. Porque si ya de por sí son cansinamente adictos a los eufemismos (llamar a algo de otra manera para que duela menos o, directamente, no se entienda: “Una indemnización en diferido“, como diría Cospedal) y si encima están hablando de cosas que no entiendo ni entenderé por mucho que me esfuerce, imaginaos lo que entiendo yo de economía, de macroeconomía, de microeconomía, y de minieconomía.
A pesar de no tener ni dea de números, de que se me den mal las mates y de que todo el esfuerzo de mi cerebro se haya inclinado más por las palabras, la cultura, las películas, escribir, leer y ser creativa en general, hay cosas, cuando sale el político de turno hablando, que hasta yo sé que no son verdad.
Estos días, por ejemplo, se está hablando mucho de que el rescate quenofueperoquefue. Ya sabéis, ése que España pidió a Europa para sanear a la banca, rescatar a las cajas, crear el banco zombi y tapar algún agujerillo. Dice Luis de Guindos que hemos salido “limpiamente” de él. Pero a mí no me parece que vayamos a salir muy limpios si, pese a todo, no estamos consiguiendo salvar las cuentas públicas. Sobre todo porque salvarlas, conlleva más medidas que hasta yo, que no entiendo de números, imagino que retrasarán la salida definitiva de la crisis.
Después de que Europa haya dicho que se cierra el rescate, muchos aprovechan para sacar pecho, pero lo que ha pasado por el camino es el cierre de decenas de cajas de ahorros que han perdido parte del dinero de muchos preferentistas y la vigilancia de los miembros del euro, que han obligado a hacer ajustes. Y pese a las leves mejorías, seguiremos mucho tiempo con la tasa de paro más elevada de nuestra historia reciente.
Porque esa es otra: la mejora en términos macroeconómicos que nos están vendiendo, y por la manera en la que algunos políticos lo hacen, parece ser la panacea, pero no es más que un dato positivo (del que, por supuesto, no voy a renegar porque, supongo, algo tiene que tener de bueno) en el que muchos se escudan para justificar su gestión de la economía y colgarse medallitas. Pero a mí, que no entiendo de números, que quieran venderme que España va a pegar el despunte de la historia y que va a reflotar de una manera inaudita, me parece puro electoralismo.
Y es que yo no entiendo de números. No sé nada sobre el déficit y la deuda pública, pero me hago preguntas constantes cada vez que un político hace declaraciones, porque sí que entiendo algo sobre sentido común, sinceridad y democracia.
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NOTA: Estoy muy contenta por las visitas que está recibiendo últimamente el blog. Intentaré esforzarme para seguir escribiendo como buenamente sé. Hasta el lunes, almas cándidas.