Yo NO estuve el 11 de Mayo

Publicado el 08 febrero 2020 por Carlosgu82

Domingo, 29 de Mayo del 2011.

Llueve en Zaragoza, una de esas efímeras y violentas tormentas primaverales, que llenan el aire de limpieza y te ayudan a pensar con claridad. Supongo que los acampados en la Plaza del Pilar lo habrán pasado mal, el buen rollo y los porros no ayudan contra los elementos.

En la radio, Rubalcaba ha sido proclamado candidato único y mega –prócer del PSOE, sin que haya habido por medio ni un somero debate. Carme Chacón, que hace unas semanas, en el salón epílogo, proclamaba, colocada de poder, que aquel era “el preludio de cosas maravillosas” muere políticamente. Carme debería saber algo más de la fuerza con que la historia de España utiliza el sarcasmo, pero supongo que todos vamos, disparados ya, hacia nuestro destino, sin que podamos, realmente, modificar en algo nuestra trayectoria.

Por supuesto, entre “los indignados” no ha salido ni una sola línea de protesta al respecto, un movimiento que se denomina “Democracia Real Ya” ve pasar flotando, sentada frente al río, quizá interesadamente, su propia naturaleza muerta. Tampoco puede pedírseles mucho más, aunque realmente la historia les ofrece oportunidades únicas de ser creativos. Como en la Poesía, la historia repite estrofas, que se escriben con letras distintas pero que suenan igual, según las vas cantando. Es Mayo, la estrofa es la once, no la sesenta y ocho del verso anterior, y de nuevo, los hijos privilegiados del régimen, esta vez en tiendas del Decathlon, protestan, de nuevo, contra sus padres para poder ocupar su puesto, rimando sin compasión. Esta vez el sueño de la visión de un horizonte silencioso entre montañas, tras una dura caminata, sustituye al de una playa donde el surf y Úrsula esperan, en una fogata al atardecer, bajo los adoquines. El poeta dió clases de márketing. La magia de esta poesía es que los últimos versos nos parecen burdos, comparados con la magia de los anteriores, pero lo cierto es que siempre fueron igual de sórdidos y hermosos.

La tarea de buscar el adjetivo que definiría contemplar cómo el espectáculo del ciclo de la vida y la muerte, que se repite una y otra vez, también se manifiesta con el poder, ver como los poderosos de hoy, hijos, nietos, sobrinos del Franquismo ven ahora cómo sus propios hijos y nietos eclosionan, se antoja estúpida, como caer en un bucle, pues ese adjetivo sería el mismo que usaría para describir a la propia tarea. ¿Asqueante? ¿tediosa? ¿descorazonadora? ¿deprimente? ¿decepcionante? probablemente todo ello a la vez.

Las manifestaciones espontáneas no existen, siempre hay detrás grupos organizados que abanderan dos o tres verdades como puños y arropan a los que quieren levantarse para mover su molino. Un espejismo de los movimientos islandeses, hace moverse a la gente pensando que quizá puedan ver al gobernador del Banco de España preso y encausado. Pero es todo mentira, las Asambleas, en forma de sacos rotos, templan los gritos y paran las fuerzas de los que los profieren, como un capote o un preservativo. El sistema detiene el golpe, como los juncos, doblándose con él. Esta vez han tenido que recurrir a los cubanos, pero bueno, los sindicatos no podían, están lamiéndose heridas mortales, y si me quedara algo de curiosidad intentaría saber cómo será la construcción del verso que rime con ellos en la siguiente estrofa de la historia.

Para los que vemos cómo queda silenciado que que el verdadero problema es que la expresión del trabajo, de la sal del salario, queda convertido en púlpa de papel que una imprenta manejada por canallas vomita sin compasión, mezclada, parasitada, con su codicia, devaluándose, pervirtiéndose, perdiendo su significado, como cocaína cortada una vez más, con la que se podrá empapelar las paredes de una casa de Weimar, sigue siendo un mundo triste.

Para los que comprobamos que además, para unos pocos banqueros, ese devaluado trabajo, según entra por sus puertas, queda dividido de nuevo por nueve, quedándose éstos con ocho partes, pasando a valer tanto como la novena parte de sus apuntes contables, por la expansión del crédito bancario, sigue siendo un mundo de crueles silencios y secretos.

Para los que comprobamos cómo la voluntad de los ciudadanos es acanalada en partidos políticos como laberintos sin solución, donde la última casilla, el poder, el sistema, es absolutamente inalcanzable por la razón, sigue siendo un mundo de mudos y sordos.

Para los que creemos que todos somos iguales, pero vemos cómo nuestra voz vale lo que D’Hont dictó para una serie de caciques territoriales, el mundo se torna fútil.

Para los que somos conscientes de que somos esclavos, y que la mayoría, heridos por la fusta de un mercado del dinero intervenido y socialista en sus empleos e hipotecas, se revuelven no contra los amos, sino contra el capitalismo y la libertad, el mundo sigue siendo un surco circular, labrado en la tierra, alrededor de un pozo.

Supongo que simplemente me ¿asquea? ¿aburre? ¿descorazona? ¿deprime? ¿decepciona? ver, otra vez, a mis semejantes coger sus propios gritos de libertad y forjar con ellos los látigos que nos someterán.