Yo No Quiero Ser Buena Madre

Por Maternidadconsciente @MaternConscient
En los últimos tiempos me resulta frecuente escuchar comentarios de mamás y de personas en general, referirse a la gestión propia o ajena sobre la maternidad con frases como "buena madre" o "mala madre". Me pregunté, entonces quiénes son las buenas y quiénes, las malas madres, quiénes nos califican y en base a qué criterio, si hay algún reglamento estricto para cumplir, si ese reglamento es público o debe ser 'adivinado" por las madres, si tiene consideración de las circunstancias particulares de cada madre, o es de aplicación general... En fin, pensando y pensando, decidí que yo no quiero ser una "buena madre", y ahora les cuento por qué. 

4 Razones por las cuales no quiero ser una "buena madre"

1.- El concepto de "buena madre"es un concepto abstracto, mientras que la maternidad es concreta. 2.- El concepto de "buena madre" es subjetivo: hay quienes consideran buena madre a quien emplea la disciplina y el rigor, y quienes la consideran a la madre amorosa y tierna; unos, a la que trabaja afuera y da ejemplo de mujer en el mundo, otros, a la que queda en casa para dedicarse a la crianza; unos, a la que da todos los gustos, otros, a la que los limita; unos a la que castiga, otros, a la que enseña, unos, a la que da el ejemplo, otros, a la que da la lección.... y así hasta el infinito. Las variaciones dependen de la generación a la que cada uno pertenece, de la sociedad en la que está inmerso, del tipo de madre que cada uno tuvo, de la cultura, la tradición, la historia, la familia, etc., etc, etc. Pero en fin, no existe un único y objetivo concepto de lo que significa ser "buena madre". 3.- El concepto de "buena madre" es engañoso. No existen pautas claras de cómo llevar a cabo un ejercicio de la "buena maternidad", no hay en el mundo un código, una norma, una regla, una pauta, ni siquiera un principio general que permita clarificar la idea. Tampoco existen normas operacionales que permitan transformar el concepto abstracto en algo aplicable a la compleja y dinámica práctica cotidiana de la maternidad. 4.- Y dejando para el final lo más importante: la maternidad no se trata de mí,no se trata de las madres, se trata de los hijos! Cuando nos enfocamos en satisfacer los exigidos, engañosos, subjetivos y cambiantes parámetros referidos a la buena maternidad, no hacemos más que enfocarnos en nosotras mismas y en lo que queremos proyectar, no hacemos más que intentar cumplir con las expectativas o exigencias ajenas... expectativas y exigencias que no son las que mejor se adaptan a nosotras, a nuestra vida ni a las necesidades de nuestros hijos... expectativas y exigencias que tienen mucho que ver con nuestro ego y el modo en el que nos manifestamos en el mundo, y muy poco con lo que realmente importa: nuestro hijo. 

Lo que sí quiero: 

La afirmación anterior de que no quiero ser una "buena madre" puede dar lugar a malas interpretaciones, por eso es que me resulta necesario aclarar las cosas que sí quiero. Y lo que sí quiero, lo que sí me importa, me motiva, me inspira y me apasiona es satisfacer las cambiantes y dinámicas necesidades de mi hija, es llevarla de la mano, desde el inicio de su vida por el camino del crecimiento y el desarrollo físico, mental, emocional y espiritual, es ayudar a una pequeña bebé a transitar el sinuoso camino de la vida, hasta convertirse en un ser humano adulto, maduro y responsable. Al ser madre, me convertí en la anfitriona de la vida de un nuevo ser. No importa si aprendí lo suficiente en mi historia anterior, no importa si soy lo suficientemente adulta, madura y responsable yo misma...  casi nadie se pregunta si está preparado antes de tener un hijo, porque en realidad no se sabe para qué se debe estar preparado. Un hijo nos sorprende y nos demanda hasta el infinito. Pero más allá de haber o no estado previamente preparada para cumplir con mi rol de anfitriona de este nuevo ser, mi responsabilidad es seguir puliendo mis falencias, seguir preparándome y capacitándome como maestro de la vida. Porque no importan mis caídas, mis errores, ni mi pasado... es mi responsabilidad estar siempre un paso adelante de mi hija, para poder mostrarle el camino. Y al final de ese camino, cuando nos miremos a los ojos siendo adultas las dos, entonces sabré, en esa mirada, si hice o no bien las cosas. No por la existencia o no de reconocimiento en la mirada de mi hija; porque en la gran mayoría de los casos, y respetando las excepciones, que también existen, los hijos suelen saber que sus padres fueron los mejores padres que pudieron tener, que hicieron lo mejor que podían hacer. Lo que yo quiero encontrar en la mirada de mi hija, desde hoy y a lo largo de todo el camino, hasta que nuestros ojos se encuentren, siendo adultas las dos... es simplemente felicidad. Esa felicidad en sus ojos me dará la certeza absoluta y definitiva de que fui una buena madre... aunque ser una buena madre no haya sido mi finalidad... el título vendrá por añadidura y será la felicidad en sus ojos la que me otorgará ese título. Aunque en el interín me hayan criticado y cuestionado, aunque no haya encajado mi gestión en el concepto de "buena madre"de ningún jurado del mundo, aunque mi propia hija se haya rebelado contra mí en determinados momentos. Te preocupa ser una "buena madre"?