Yo no quiero ser un hombre, no quiero parecer un hombre ni tener que compararme con un hombre para definirme. No quiero ser "lo otro" frente al hombre, como si ser hombre fuera lo principal y ser mujer, lo secundario o subsidiario.
Tampoco quiero imitar al hombre para que el sistema jurídico me equipare en derechos. No quiero pedir perdón por mi útero ni por mi potencialidad creadora. Si al hombre le intimida mi capacidad de dar vida, allá él. De todas formas no comprendo que lo viva así, cuando es sabido que su esperma es tan necesario como mi óvulo, porque no hay vida posible que surja de dos espermatozoides que se encuentran, ni de dos óvulos que se junten. No quiero pedir perdón por mis hormonas femeninas, porque él no lo hace por sus masculinas. Y si las mías me hacen llorar un poco más o ser un poco más emocional, también me dan la posibilidad de concebir y gestar un hijo, que es también hijo de la humanidad. Sin mi útero y mis hormonas la humanidad acabaría en la próxima generación. No quiero pedir perdón por mis tetas, menos cuando están siendo usadas para alimentar a mi cría. No quiero esconderme para dar teta, ni colgarlas dentro del corpiño para que las grandes farmacéuticas se llenen los bolsillos vendiendo fórmula, mientras me convencen de que mi leche es mala o poca, o de que "es lo mismo", mientras me llenan los oídos de discursos machistas para que "recupere mi libertad", cuando en realidad lo que quieren es achatarme en aquéllo que me hace diferente y, por qué no, hasta un poco mejor que los hombres. No quiero disculparme por pasar nueve meses gestando, ni porque ese esfuerzo de mi alma, de mi cuerpo y de mi mente me vuelva un poco lenta o me complique seguir haciendo lo de siempre. Porque en última instancia estoy creando un ser humano, y creo fervientemente que ante eso toda la sociedad debería colaborar a mi acto de creación con la que luego ella será beneficiada.
No quiero ser hombre, quiero ser mujer y vivir cada etapa de mi vida sin tener que imitarte a vos, hombre. Quiero ser yo misma, reivindicar mi naturaleza femenina y enaltecerla. Quiero que puedas ver lo bueno de mi esencia de mujer y que me respetes.
Porque al final del día no quiero que mis derechos tengan que ver con ser hombre o mujer, que me respetes por ser hombre o mujer, sino por ser humano. Y quiero poder respetarme como ser humano, partiendo de la base de que soy mujer. Porque quiero que mi vida no esté inspirada en el resentimiento, sino en el amor; no en el egoísmo, ni en el reclamo exagerado de derechos o en el querer "todo para mí y nada para el resto", sino en el amor, en la capacidad de creación, en el fomento de los vínculos, en mi contribución a la sociedad y al mundo. Porque no hay felicidad posible si partimos desde el odio. Porque tampoco es posible ser felices reprimiendo lo que somos.
Y porque también es posible hablar de feminismo desde la diferencia.