Yo pensaba que estas cosas ya no pasaban al comer en un restaurante...

Publicado el 10 abril 2023 por Miguel Carvajal @2caminostienes

Foto de Eduardo Ferreira


Estos días hemos estado en la zona de Esposende y Marinhas, en Portugal, pasando tres días y dos noches en un alojamiento Airbnb. Sobre éste, poco que decir, estuvimos muy tranquilos, teníamos piscina y todas las comodidades en la casa. Elegimos un Airbnb con la idea de poder comprar y hacer la cena en la vivienda, aprovechando el resto del día para salir y conocer la zona, así como comer al medio día en algún restaurante cercano.

El último día, una vez dejamos el alojamiento, teníamos todo el día por delante, así que decidimos visitar Vila Nova de Famaliçao y después dirigirnos a Guimarães, donde buscamos un restaurante típico de comida casera, pero que por desgracia, estaba cerrado. Estando en la puerta de éste buscando alternativas, nos topamos con una camarera que nos ofreció comer en el restaurante Taberna D'Avó. Como aparcar por aquella parte de la ciudad resultó un tanto complicado y al consultar en Google la valoración de este local vimos que tenía un 4,7, decidimos no mover el coche y acercarnos hasta la citada Taberna. 

Entramos y nos sentamos, y muy amablemente, la chica nos empezó a explicar en que consistía la carta, mientras nos iba enseñando los distintos platos señalándolos en la susodicha carta. Hacía mucho hincapié en los PETISCOS (lo que vienen siendo tapas), y luego nos explicó que solo tenían dos platos principales: bacalao y carne. Esto último no nos extrañó, porque ya lo hemos visto en algunos de los sitios que hemos comido.

Entonces, nos cogió nota de la bebida y se fue, llevándose la carta. A los pocos minutos, volvió con las bebidas y esa tapa típica que suelen poner y que la gente primeriza piensa que es gratis, pero que no lo es. De hecho, si no la tocas, la retiran y no te la cobran (que fue lo que hicimos nosotros 10 minutos después). Y en ese momento nos dejó OTRA carta, para que decidiéramos que íbamos a pedir. Y aquí es donde viene la gracia del asunto: en lo que tardó en ir a por las bebidas y volver, modificaron los precios de varias cosas en la carta, con un bolígrafo y sin cortarse ni un pelo. 


En la foto se puede ver lo que modificaron, subiendo 2 euros el precio de uno de los dos platos principales, en 50 cts. el de algunas tapas, y alguna otra cosa mas. El descaro con el que lo hicieron nos hizo pensarnos si levantarnos de la mesa y buscar otro sitio, pero al final, dada la hora que era, optamos por quedarnos, pero no pedimos ningún entrante, solo la bebida que ya habíamos pedido, y un plato cada uno. Además, estuve a punto de decirle lo que me parecía eso que habían hecho, pero al final pasé, preferimos comer y largarnos lo antes posible.

A la hora de pagar, resultó que tampoco admitian pago con tarjeta, algo que a las alturas que estamos me parece vergonzoso. Menos mal que llevaba efectivo, y pude pagar. Aun así se lo dije y me respondió con que eso era muy común en Portugal. Y por último, cuando trajo la nota, que por cierto era a mano y en plan compadre, habían tachado la tapa que dijimos que nos retirase, pero ni siquiera se molestaron en hacer una nota nueva para que no se viera el tachón. Encima, tenían menos luces que el dormitorio de un topo.


Una vez, dicho esto y respecto a la comida, tengo que decir que el bacalao estaba muy bueno, era un buen trozo de lomo, con patatas y verduras. 


En fin, que a fecha de hoy me parece una vergüenza que haya todavía sitios que hagan tejemanejes de este tipo cuando detectan a alguien de fuera al entrar a comer en su local. En este caso, el tiro les salió por la culata, por que llevamos ya unos pocos de años moviéndonos por este país, pero estoy seguro que mas de uno ni se dará cuenta. 

Apuntad el nombre por si estáis por la zona!.