La vida sería más difícil sin Bad Bunny. Es como si la sabiduría de la naturaleza o los dioses hubieran identificado que, para adaptarnos a esta crisis, necesitábamos que emergiera y floreciera una de las estrellas de la música latina. Sus canciones han sido mi soundtrack para transitar la catarata emocional que ha sido el 2020. Benito, además de fiesta, sexo y goce, canta todo un abanico de emociones y sentimientos, muchas veces contradictorios, como la humanidad, como la realidad.
Por Bad Bunny he vuelto a escuchar reggaetón. Y ha sido como reencontrarme conmigo. Probablemente las primeras canciones con las que me obsesioné, sin darme cuenta, fueron de reggaetón. No es casual que pueda cantar toda "My Space" de memoria.
Con 11 años, ningún prejuicio musical y mucha fascinación por esos bajos que me retumbaban en las caderas, esas letras explícitas y voces de chicas arrechas me ruborizaban y me hacían sentir dueña de algo. Mi mp3 de 256 megabytes con pantalla de 7 colores cargado con Don Omar, Rakin y Ken-Y, Trebol Clan, Wisin y Yandel y Calle 13 eran mi artefacto secreto a la libertad.
Benito tiene mi edad (26) y ha bebido de la fuente directa de esta tradición. En entrevistas, cuenta que su mamá, mujer católica, de los reggaetoneros solo le dejaba escuchar a Tego Calderón. Porque lo pasaban en la emisora de su radio favorita. Porque si lo pasaban en esa emisora, algo de bueno debía hacer. Ya más grande, el acceso a internet y el programa de edición musical casera FruityLoops sería su propio artefacto para metabolizar los ritmos que lo impregnaron. En la isla, en las fiestas perreando, en la radio, de otras partes del mundo, en formato mp3.
Benito tirando flow desde chiquitito. Foto: IG Bad Bunny
Los samples que utiliza en sus canciones son pequeños préstamos y homenajes al movimiento de la música urbana latina. Y a la música popular en general. Por ejemplo, la intro de la canción “Fue de los dos” del cantante dominicano de bachata Leonardo Paniagua, ahora en "LA ROMANA". La referencia a las fiestas caseras adolescentes -partys de marquesina- en "Cuando Perriabas", con un fragmento ralentizado de "B-Bellaqueo", de Plan B. Reminiscencias de perreo en buzo, en jean, en vestidos o ternos de quinceañero. En mi caso, haciendo tareas con el rompejaula de Radio Moda. O el sample de "Alócate" de Zion al final de "Callaíta".
La historia del género y la nostalgia productiva alcanzan su máxima expresión en Safera, el temón más sonado de su segundo álbum de estudio. El track se inspira en los mixtapes colectivos de los primeros djs de reggaeton, incorporando referencias hasta prehistóricas: Blanco Flake, Maicol & Manuel, Dj Nelson y Alexis y Fido.
Bad Bunny ha procesado más de 25 años de historia de la música latina urbana -desde cuando el reggaetón ni siquiera se llamaba así, hasta su propia irrupción en la escena como el representante del trap en español- y nos ha devuelto algo hermoso.
Ha expandido los límites del género, incorporando otros que también le resonaron (el punk pop de "Tenemos que Hablar" fue una sorpresa), ha cantado mensajes de autoaceptación y empoderamiento femenino y se ha mantenido fiel a sus orígenes, hablando en jerga, cantando siempre en español.
Me ha devuelto los ritmos que extrañaba mi cerebro, un poco más maduros, con mejor producción, actualizados. Escuchar lo mismo que escuchaba a los 11 sigue siendo delicioso, gatilla mi nostalgia, me devuelve al pasado. A los 26, un disco de Bad Bunny sonando en mi celular es mi artefacto de libertad. Escuchar a Bad Bunny ha significado volver a perrear. Hasta esta cuarentena, yo siempre sufría para irme hasta abajo. Me da vergüenza jactarme de haber descargado y escuchado tanto reggaetón y que mi cuerpo no haya podido expresarlo. Me siento una aburrida y por eso he preferido otros géneros en los que paso piola, como la salsa. El YHLQMDlG puso a bailar hasta al más tiesx, y a mí también. Me hizo perrear frente al espejo, en solitario. Como de adolescente, cuando me preparaba ensayando mis pasos antes de ir a una fiesta en una casa, con permiso hasta la una. Con la misma torpeza, pero sin tanta autoconsciencia e inseguridad.
En ese contexto, "Yo Perreo Sola" es un himno. Amé que uno de los discos más grandes de música mainstream normalizara el placer de bailar conmigo, sin ser molestada por ningún baboso. Sin pensar en la mirada de un otrx.
El entusiasmo se me acabó cuando noté que ni en los créditos ni en el videoclip estaba Nesi, la voz femenina de la intro y los coros. Tuve pensamientos y sentimientos encontrados cuando Bad Bunny hizo drag y la gente quiso darle el título de artista comprometido y declararlo feminista. Este tema da para una nota aparte. Me quedo con la canción y con la frase final del video: Si no quiere bailar contigo, respeta. Ella perrea sola.
Perrear en mi casa ha sido divertidísimo. Me he reído de mí por presenciar todas esas posiciones y movimientos que nunca me he atrevido a hacer en público. Al menos no sobria. Hacerlo sola es olvidar que muchas veces lo hice pensando en verme sexy para otrxs, fallando terriblemente. Es perder la vergüenza por no poder doblar rodilla y ponerme a twerquear mientras limpio los baños.
Bad Bunny me ha dado permiso para extrañar a mi ex. El encierro me hizo pensar inevitablemente en mi ex novio. Y no solo pensar en él, hasta soñar con él. Me he sentido atormentada y derrotada. Tal vez lo más valioso que me han dado las letras de Bad Bunny ha sido la capacidad de aceptar estos sentimientos y de procesarlos dignamente.
Su repertorio tiene toda una sección de temas excelentes para superar una ruptura amorosa de manera sana. Están las canciones que me ayudaron a validar que extrañaba a mi ex, y a aceptar la contradicción de no querer volver con él. En "LA CANCIÓN", con JBalvin, nos recuerdan que la sanación y el olvido no son procesos lineales
Yo sé que lo nuestro es cosa de ayer
Y me pone contento que te va bien con él
Yo ni te extrañaba ni te quería ver
Pero pusieron la canción que te gustaba poner.
El tono de “Si veo a tu mamá” es parecido. La he cantado gritando mil veces, sin sufrir, pero totalmente identificada. Y enganchada por el guiño ambiguo a Garota do Ipanema, con sonido a música de videojuego. Los dos temas retratan, con humor y sinceridad, la vulnerabilidad y la tristeza que surgen al extrañar a alguien.
Todavía yo te quiero
Pero sé que es un error
Porque ya tú no me quieres
Y sin ti me va mejor
Y si veo a tu mamá
Yo le pregunto por ti
Pa' ver si ya tienes a alguien
Alguien que te haga feliz.
Sus canciones de despecho y superación se tornan menos intensas y más prácticas porque hablan de poner límites. "QUÉ PRETENDES" es sobre esas llamadas tóxicas (pero tentadoras) entre las 3 y 5 AM:
¿Qué pretendes tú llamándome a esta hora?
Esa actitud la conozco ya.
"Solo de mí" es más que una break up song:
No me vuelvas a decir bebé
Yo no soy tuyo ni de nadie
yo soy solo de mí.
El videoclip muestra la espiral de violencia a la que entramos las mujeres al relacionarnos con agresores. La canción es un nunca más. Es la capacidad de tomar impulso para salir de ese hueco. Y de celebrar perreando.
Foto: Bad Bunny, SoundCloud oficial.
Como el virus en sus primeras semanas de existencia, Bad Bunny es un fenómeno que muchxs intentan entender y explicar. Es brutalmente prolífico y famoso, siempre nos sorprende, muchxs lo ningunean como otro producto de moda, pero el mundo habla de él . Es inasible aún. Nos hace falta tener perspectiva para realmente saber qué lugar ocupará en la historia de la música latina.
Yo prefiero entender a Bad Bunny escuchándolo y bailándolo, sintiéndolo. En el 2020, la realidad se quebró y yo exploté. Con mucha paciencia, tuve que volver a pegar mis partes. Bad Bunny también explotó: sacó 3 discos, todos hits.
Tal vez su productividad frenética sea otra señal del fin del mundo, su consciencia de que las tendencias tienen más de pasado que de futuro y que la fama no dura para siempre. A mí ya me creó un gran recuerdo, y es el de mi yo del año de todas las crisis, reducida a mis sentimientos y deseos más básicos. Nostalgia, arrechura, pudor y soledad. Es el cantante de música de moda que necesitaba. Una segunda liberación.
A una edad y en un mundo en el que cada vez parece más complicado ser feliz, lo que más me gusta de Bad Bunny es que está vivo y hace lo que le gusta, lo que quiere y lo que siente. Suena muy sencillo, pero su existencia y su música nos lo recuerdan: Vamo’ a perrear, la vida es corta.