Se suele decir que el principal valor de un editor es su capacidad para detectar el talento ajeno y «descubrir» nuevas voces. Sin cuestionar esta idea, también resulta importante que el editor sepa qué obras ya conocidas deben ser reeditadas para que formen parte del bagaje lector de las generaciones de hoy en día. No todas las recuperaciones están justificadas, no todo lo que se promociona como un «clásico moderno» lo es. Con todo, aquí tenemos un ejemplo de una excelente decisión: el relanzamiento del primer volumen de las memoriasde la poeta, cantante, bailarina y actriz Maya Angelou (San Luis, Misuri, 1928–Winston Salem, 2014). Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado se publicó en 1969 y ya había sido traducido al castellano, pero llevaba años descatalogado (la edición más reciente era de Lumen, 1993). Esta obra, que toma el título del poema «Sympathy», de Paul Laurence Dunbar, abarca desde la infancia hasta los dieciséis años de la autora, y, como dice Toni Morrison, es importante, entre otras razones, por «abrir el camino de la escritura a las mujeres afroamericanas de Estados Unidos».Maya Angelou pasó la mayor parte de su infancia en el pueblo de Stamps, en Arkansas, junto a su hermano Bailey, solo un año mayor que ella. Sus padres se habían separado, y los niños se fueron a vivir en casa de la abuela paterna, llamada la Yaya. Los primeros recuerdos de la autora se encuadran en esta zona rural y empobrecida, en la que negros y blancos vivían separados, física y simbólicamente. «Éramos criadas, granjeras, mozos y lavanderas, y cualquier aspiración a algo superior era ridícula y presuntuosa» (p. 220), reflexiona Angelou. Entre los negros, además, existía una jerarquía propia, en la que la Yaya, que regentaba una tienda, era una mujer respetada. No obstante, a pesar de la relevancia de la segregación social, Angelou no cae en la tentación de limitarse a denunciar las desigualdades. Yo sé por qué… es, ante todo, un memoir sobre cómo una niña, una niña negra de Arkansas, aprende a estar en el mundo a partir de la observación del comportamiento de los adultos y sus relaciones de poder. Muestra, por lo tanto, su sorpresa ante los hallazgos cotidianos, la progresiva pérdida de inocencia y, en definitiva, la inseguridad de quien se abre a la vida.
Maya Angelou
Más allá de su testimonio, lo que hace de Yo sé por qué… unas memorias extraordinarias es la naturalidad con la que Angelou reconstruye su historia, sin intensidades ni cursilerías. Ha pasado por experiencias muy duras (basta leer la biografía de la solapa para hacerse una idea) y, sin embargo, no las narra con victimismo. Estas páginas rebosan ternura y sentido del humor, además de inteligencia. Están llenas de vida, porque cuenta lo que conoce, sin suavizarlo ni engrandecerlo. La palabra que la define es honradez. No escribe con rabia, aunque recuerda situaciones que le hicieron sentir mucha rabia. No escribe con fines didácticos, aunque nos da más de una lección con su testimonio. No aspira a sentar cátedra, pero se convirtió en un referente para las escritoras negras (y no solo para ellas). No se las da de grande, pero, sin duda, lo es. El solo hecho de que podamos leer este libro, de que Angelou lo escribiera después de una existencia tan complicada, ya es un motivo de celebración. Aprovechémoslo.