Por Ileana Medina Hernández
Yo soy la tierra. Mi hija se nutre de mí, y de ahí crece, y despega.
Es ella la que decide cuánto y cuándo tomar, y cuándo y cuánto despegar.
Procuro fertilizarme cada día, para que tenga buenos nutrientes que absorber.
Estoy siempre disponible, como caudal perpetuo que ella encuentra
cada vez que necesita alimentarse y descansar.
Me doy y a la vez me lleno de ella cada día,
para no necesitar poner frenos a sus alas cuando decida volar.