Hemos mirado al futuro con cierto recelo, tal vez asustados por la supuesta experiencia de los que nos precedieron; y hemos mirado al pasado a veces con alivio, muchas otras con nostalgia. Hemos reconocido que el miedo al futuro tampoco era para tanto, porque lo que tenga que ser será y a veces por mucho que te empeñes ese algo jamás sucederá –esto último lo acabo aprender-. Somos más de presentes -de aquíy de ahora- que de futuros inciertos, aunque reconozco que lo miramos de reojo, por si acaso. Quién sabe como amanecerá mañana… Así que, nos dejamos llevar por los vaivenes o por los meneos que la vida nos regale. A veces nos recuperamos rápido y otras, aún nos duele la pedrada que nos dieron con 8 años.
Sólo teníamos dos canales de televisión y nos mandaban a la cama si al empezar una peli aparecían dos rombos… No tuvimos ordenadores, ni tablet, ni consolas, pero nos encantaba saltar a la comba, las tabas, las muñecas, los Juegos Reunidos, el rescate, o pasábamos las tardes subidos a un árbol comiendo pipas. Salíamos a la calle con bocadillo en mano, sin miedo a que nos secuestraran o nos atropellaran, y si te caías, la mercromina lo solucionaba todo. Íbamos de vacaciones 18 en el mismo coche sin cinturones de seguridad ni DVD.Y ninguno tuvimos traumas por ello.
No era para tanto como nos contaron en los colegios de monjas y curas (lo del infierno y el pecado era mentira), ni como nos contaron los de la movida. Aunque de estos últimos aprendimos bastante.Ese afán por querer ser mayor…
Estoy llorando en mi habitación, todo se nubla a mi alrededor, ella se fue con un niño pijo… ¡Ay ese niño pijo…!