Yo tampoco quiero.

Publicado el 15 noviembre 2013 por Torrens

Reproduzco a continuación la carta que publicó La Vanguardia el pasado lunes 11 de noviembre, firmada por la Sra. Montserrat Padrós, con la que estoy total y absolutamente de acuerdo.

No quiero

No quiero que antes de desayunar ya me hayan interrumpido telefónicamente y me ofrezcan servicios y productos que yo no he pedido. No quiero que durante todo el día me vayan mandando mensajes y correos pretendiendo venderme dinero y ocio a cambio de nada. No quiero que asalten la pantalla de mi ordenador insistiendo en descargar aquello que ni he soñado. No quiero tener que llamar a un 902 cuando los demás ahora son gratuitos. No quiero tener que hablar con una máquina para que tanto si pulso uno como si digo tres me acaben mandando al fin del mundo. No quiero que me hagan una encuesta cada vez que llamo por teléfono para valorar el grado de satisfacción producido por la conversación mantenida. No quiero que ante cualquier consulta deba escuchar la retahíla de consejos legales y comerciales que se les antoje. Cualquiera de estas situaciones me altera y si se suceden algunas de forma continuada, como suele ocurrir, puede exasperarme sobremanera. Difícil está la situación para que nos estén dando la vara continuamente. Quiero y exijo que me dejen en paz.

MONTSERRAT PADRÓS

El Vilosell (Les Garrigues)

No solo estoy de acuerdo con la Sra. Padrós, además añadiría muchas otras trampas, trucos y chorradas, la mayor parte referidas al marketing y la publicidad, que de verdad las mandaría al infierno por la vía directa, como los envases que son perfectos y extremadamente atractivos desde el punto de vista del marketing, pero que no tienen para nada en cuenta al usuario y requieren bastante esfuerzo y en ocasiones más de una herramienta para abrirlos; o como la publicidad que en Internet oculta con un maldito anuncio la página que estoy leyendo, cuando estoy a media lectura, o como las actualizaciones de programas informáticos que ofrecen miles de nuevos comandos y funciones automáticas que hacen el programa innecesariamente más complejo, y encima hacen desparecer sin más explicación los cuatro comando que usaba con más frecuencia, o como muchas otras que nos molestan o nos complican la vida. No entiendo unos métodos de venta que empiezan por una acción que la mayor parte de las veces provoca el cabreo del posible comprador.

Antes de tener el blog mandé a mis amigos una nota que adjunto, sobre Arno Martini, un experto en marketing y publicidad que conocí hace un montón de años en Los Angeles, que mantenía que cuanto más estúpida e ignorante es la audiencia, mayor es el impacto y el éxito de la publicidad. Desde entonces estoy cada día más convencido de que la afirmación de Arno es absolutamente cierta, y cada vez más la publicidad se basa en nuestra estupidez, especialmente desde que el liberalismo salvaje desreguló la mayor parte de la actividad económica, y en especial en un país como el nuestro donde a los gobernantes no solo les importa un bledo si nos estafan o no, además con frecuencia forman parte del grupo estafador, como ocurrió con las preferentes.

El marketing y la publicidad eran unos honestos instrumentos de gestión empresarial que en algunos casos y países desgraciadamente se han convertido en la ciencia del engaño, más parecida a los métodos de los charlatanes de los antiguos mercados de pueblo que a una ciencia de la gestión empresarial.

20-07-12 – ARNO