Es una puerta del subconsciente que asoma a la habitación más oscura de su dolor y fragilidad. La obsesión más intensa y más dulce del ser humano. La desesperación por mantenerse a su lado. En ese cuarto negro, Freddie es un lobo herido que se lamenta con la luna de su suerte. Aullar es lo primero que hace al abrir el telón. Si miras dentro de sus ojos, no existe nadie más, únicamente es una sola persona en este mundo quien le hace vivir o morir, siempre dependiendo de su más mínimo susurro para ser feliz o dejar de serlo.
Las relaciones de dependencia establecidas en el amor duelen. Vives, piensas, respiras… teniendo en cuenta sus reacciones, teniendo en cuenta cada movimiento. Lo dejaría todo por un solo beso y moriría si lo alejaran de su delirio. Cambia la existencia con su contacto, su corazón es suyo, cada movimiento le perturba y tirita por dentro. Es un esclavo sin cadenas el que más da. Quien más quiere pierde, es un riesgo a tener en cuenta en el amor.
La irracionalidad del sentimiento descontrola la razón, vestida de negro en una noche oscura totalmente perdida, la razón no entiende de desesperación, de lloros, de lágrimas, de miedo, de frustración ni de obsesión. La ofuscación anda a sus anchas, dentro de la noche más pasional e intensa. Cómo es posible que una caricia pueda doler? Pregúntaselo a la antecámara más negra de tu mente, tal vez el eco te responda.
Él suplica que no se vaya, no lo puede dejar solo… lo ha estado demasiado tiempo…, si se va, lo encontrará donde quiera que vaya porque no tiene más objetivos en la vida. Y cuando lo encuentre sólo dirá “te quiero”. http://