Yudanaka Shibu Onsen

Por Amoreno

Ahora que tengo tiempo he decidido ponerme al día con algunas historias que tenía atrasadas en el blog. Me gustaría empezar contando una excursión que hice a Nagano durante mis últimos meses de estancia en Japón.
En febrero, después de entregar la tesis de Master en la Universidad de Tsukuba, necesitaba tomarme unos días de descanso para quitarme el estrés de las últimas semanas de trabajo. Buscaba un destino donde poder relajarme y al mismo tiempo distraerme. Estaba pensando en lugares de Japón que todavía me faltaran por visitar cuando me vino a la mente la recomendación de mi amigo Chiqui de viajar a Nagano para disfrutar de un apacible retiro invernal y conocer una interesante colonia de monos salvajes que viven en la montañas nevadas, de los que hablaré en mi próxima entrada.

Así pues, convencí a mi amigo Joseph para alquilar un coche y conducir desde Tsukuba hasta Nagano, al noroeste de Ibaraki. En estos tres años que he vivido en Japón he hecho bastantes road trips pero este último fue bastante especial ya que alquilamos un coche con neumáticos de invierno y atravesamos puertos de montaña con unas vistas impresionantes y circulamos por carreteras nevadas.

Tras seis de hora de viaje por carretera llegamos a la prefectura de Nagano y nada más pasar la capital tomamos el desvío al pueblo de Yudanaka (湯田中), el campamento base para acceder al Parque de Jigokudani donde habitan los monos. Otra opción para llegar hasta aquí es venir en tren desde Tokio, pero nosotros preferimos ir en coche para poder movernos cómodamente.

Yudanaka es un pueblo que parece haberse quedado congelado en el tiempo. Con sus callejones estrechos y sus casas de estilo antiguo se respira una atmósfera encantada que nos transporta al Japón de hace varias décadas atrás.

Aquí podemos disfrutar de la forma de alojamiento más típica del Japón tradicional, los ryokan, que disponen de habitaciones de suelo de tatami con puertas correderas de madera y futones para dormir. Algunos de los establecimientos más antiguos de Yudanaka datan de más de 400 años de historia.

Una característica común de los ryokan japoneses es que suelen estar situados cerca de fuentes termales naturales, que se denominan onsen. Uno de los barrios más antiguos de Yudanaka es Shibu Onsen (渋温泉). Su origen data del año 1303, cuando unos monjes budistas provenientes de Kioto estaban de paso y descubrieron que el agua procedente de las fuentes termales de estas montañas contenía propiedades terapéuticas y fundaron un templo para poder acudir aquí de forma regular. La fama de este lugar se extendió durante el periodo Edo hasta convertirse en un destino turístico para aquellos que buscaban salud y bienestar.

Desde la antigüedad, distintas civilizaciones de la humanidad han conocido los beneficios de los baños de agua caliente, siendo quizás las termas romanas del siglo I a.C. las construcciones más famosas. Japón no es un caso aislado.
La cultura del onsen en este país es una tradicion centenaria que ha terminado llegando a los hogares. Los japoneses tienen la sana costumbre de tomar todos los días un baño por la noche antes de ir a dormir. Es una especie de ritual. Además de mantener la higiene personal, un baño caliente les ayuda a liberar la tensión acumulada durante la jornada de trabajo, relajar la mente y conciliar mejor el sueño. Una de las curiosidades que más me llamaron la atención cuando llegué a Japón fue que la residencia universitaria en la que vivía sólo disponía de agua caliente por las tardes, precisamente para que los estudiantes japoneses pudieran meterse en el ofuro (bañera) al final del día. El hecho de que los estudiantes extranjeros estuviéramos acostumbrados a ducharnos por la mañana no se tenía en cuenta. Los japoneses a veces tiene una forma muy dura de imponer sus costumbres.

Shibu Onsen es un lugar recomendable para aprender acerca de la cultura del onsen en Japón. Repartidas por la ciudad se encuentran varias fuentes termales, numeradas del 1 al 9, e cada una de ellas identificadas con distintas propiedades terapéuticas.

Nada más llegar a nuestro ryokan nos dieron un mapa y nos invitaron a recorrer el circuito de baños públicos. Para ello nos entregaron una llave maestra que abría las cerraduras de los nueve onsen repartidos por el barrio. Por lo visto, los visitantes también pueden conseguir esta llave acercándose hasta la oficina de turismo de Yudanaka y pagando ¥500.

Cada onsen dispone de dos puertas, los baños están separados para hombres y para mujeres. Sólo es necesario llevar una toalla, respecto a todo lo demás uno puede salir del ryokan y andar por el pueblo vestido con kimono o yukata y unas sandalias de madera o geta.
La única advertencia que te hacen es que el agua proviene de fuentes de origen volcánico y sale muy caliente, a una temperatura superior a 25 °C, por lo que hay que meterse con cuidado, sobre todo si no estamos acostumbrados como los japoneses. Existen también unas normas o protocolos antes de introducirse en el ofuro que deberíamos conocer.

En primer lugar hay que lavar el cuerpo fuera de la bañera, esto se hace por medio de cubos de agua. Es conveniente venir limpios y duchados del ryokan pero sino es posible enjabonarse allí mismo y aclararse con el cubo.
En segundo lugar hay que ajustar la temperatura del agua. Si ha pasado mucho tiempo probablemente este fría así que se puede abrir el grifo del agua que fluye directamente de la tierra para calentar la bañera. Después hay que introducirse completamente desnudos, sin cubrirnos con una toalla o un bañador. Mejor meterse poco a poco para que no nos de un ataque por el cambio brusco de temperatura, afuera del recinto la temperatura era de bajo cero y estaba nevando.

Podemos permanecer en el agua unos 5 o 10 minutos, lo que aguante cada uno, y salir y volver a entrar en la bañera las veces que queramos. Al salir del onsen hay que secarse bien y beber líquidos para evitar la deshidratación a causa del calor que hace en el interior. Antes de abandonar el recinto hay que dejarlo todo ordenado para los bañistas que vendrán después.

Además de disfrutar de los momentos de relajación que brindan estos baños, nuestro cuerpo puede beneficiarse de las propiedades saludables de las fuentes termales. Como he comentado antes, cada uno de los nueve onsen se distingue por tener distintas propiedades terapéuticas.

El número 1 (一, Hatsuyu) tiene efectos sobre el estómago y los intestinos. Por si solo, un baño en agua caliente aumenta la temperatura de nuestro cuerpo y la presión hidrostática, lo que contribuye a la circulación sanguínea y a la oxigenación. Esto hace que mejore la alimentación de los tejidos del cuerpo y aumente el metabolismo, estimulando las secreciones del tracto digestivo y del hígado que facilitan la digestión. El número 8 (八, Shinmedakinoyu) sirve también para tratar enfermedades orgánicas relacionadas con el aparato digestivo.

El número 7 (七, Nanakurinoyu) sirve para tratar inflamaciones, contracturas musculares y lesiones traumatológicas. El calor modifica la propiedad viscoelástica del colágeno, lo que sumado a la relajación muscular y al efecto de flotación con descarga articular permite realizar ejercicios en el agua que ayudan a la rehabilitación (lo que denomina hidrokinesioterapia). El número 5 (五, Matsunoyu) ayuda en los tratamientos reumatológicos de artrosis, artritis reumatoidea, lumbalgia, ciática, cérvicobraquialgia, etc.

El número 4 (四, Takenoyu) resulta beneficioso para la gota y enfermedades renales crónicas.

El número 2 (二, Sasanoyu) sirve para tratar eczemas. El número 3 (三, Watanoyu) sirve para curar cortes, cicatrices y tratar afecciones dermatológicas como la psoriasis, la dermatitis y las enfermedades causadas por hongos. Esto se debe a que el azufre presente en las aguas sulfurosas provoca efectos regenerativos en la piel.

Por último, el número 9 (九, Oyu) dicen que sirve para curar todas las enfermedades. Quizás esto sea algo exagerado pero lo cierto es que introducirnos en cualquier terma natural resulta beneficioso para nuestro cuerpo debido al calor y a la absorción de minerales, que en conjunto producen un estímulo a nivel nervioso y endocrino que se traduce en cambios en los sistemas respiratorio, circulatorio, termoregulatorio, gastrointestinal, músculo esquelético y psicoterápico, consiguiendo un efecto tonificador y al mismo tiempo relajante.

Justo encima de este onsen hay construido un tempo, lo que da una idea del especial significado que tuvo el descubrimiento de las aguas termales de Yudanaka para los monjes que vinieron desde Kioto.

La visita al pequeño pueblo de Yudanaka resultó ser bastante interesante y al final del día el circuito de aguas termales me proporcionó el descanso que necesitaba después de las últimas semanas de estrés acumulado.

Dudo mucho que mi cuerpo se viera muy beneficiado por pasar simplemente una tarde saltando de onsen en onsen pero quizás a largo plazo este el secreto de la eterna longevidad de los japoneses: un baño diario de agua caliente y ocasionalmente un baño en fuentes termales con propiedades terapéuticas.
Quién sabe. No se pierde nada por probarlo.