Lo último que le faltaba al zapateado Zapatero es que alguien de su partido resucitase la vergüenza de los GAL. Mira que le costó al PSOE años y gobiernos el desempolvarse de frías losas del pasado, el apartar a viejas guardias que recordaban aquella época, para que llegue el ex presidente Felipe González y de un plumazo espete en una excelente entrevista una de las frases del decenio: «Tuve que decidir si se volaba a la cúpula de ETA. Dije no. Y no sé si hice lo correcto»... ¡Toma que toma! De un plumazo la sinceridad de González --que días después se reafirma en sus palabras y dudas-- pone en bandeja al PP la posibilidad de lanzar misiles dialécticos a su gran rival, Alfredo Pérez Rubalcaba, a costa de los GAL y de la sempiterna sospecha de que el Gobierno de González, Rubalcaba incluido, permitió el terrorismo de Estado. A ello hay que añadir que el presidente del PSOE vasco, Jesús Eguiguren, va por libre y larga ante el follonero de la cadena amiga la frase de que ETA anunciará su fin en Navidad... Pues qué bien.
Mecachis. ZP hace el esfuerzo de vender la moto de que su nuevo Gobierno es campeón del mundo en comunicación, y van dos altos socialistas de renombre y se cargan de golpe la armonía interna del PSOE, para goce y disfrute del PP, que se frota las manos con tantos desencuentros. Lo malo de todo esto es que de aquí a las elecciones vamos a jartarnos de tanta política del pasado, tanto y tú más, cuando lo que aquí necesitamos, y con urgencia, son soluciones a nuestro desastroso presente.