Revista Opinión

Zapatero es un 'gafe' de alto riesgo y con su salida del poder las cosas empezarán a mejorar para España (Tercera y última parte)

Publicado el 16 diciembre 2011 por Franky

Dos de sus primeras “gafadas” fueron memorables: la primera le ocurrió antes de las ultimas elecciones generales en Alemania, cuando presto todo su apoyo a Gerhard Schroeder y a su partido, el SPD, pero resultó derrotado por Angela Merkel y el CDU, a los que había desdeñado; la segunda fue cuando se volcó con un entusiasmo desbordado a favor del voto afirmativo en el referéndum sobre el proyecto de la constitución europea. El resultado es conocido por todos: la victoria del voto negativo paralizó Europa y envió el proyecto de constitución al basurero.
Como hombre racional y cartesiano, acostumbrado a admirar la ciencia, yo no podía creer en los gafes, pero todo cambio cuando vivía en Italia y padecí algunas experiencias sobrecogedoras. Nada más llegar como corresponsal extranjero, me informaron que había un gafe peligroso en la prensa extranjera. Me dijeron el nombre y me advirtieron que me cuidara de aquel tipo "sfortunato" que "portaba iella". Me enseñaron también aquella frase talismán que usan los italianos para librarse de los malos efluvios: "invoca al lupo" " (invoca al lobo).
Meses más tarde, iba con un amigo periodista por Roma, casi estrenando un auto Mercedes, último modelo, que él se había comprado, cuando el gafe nos vio y nos hizo señales para que nos detuviéramos. En ese mismo instante, el motor del coche se apagó. Tuvimos que sudar para arrimarlo a la acera y cuando nos despedimos del gafe, le dije a mi amigo que tendríamos que llamar a la grúa, pero él dijo que no sería necesario. Entonces abrió el capó, invocó al lupo y el coche arrancó como una seda. Algunas semanas después, sin darme cuenta, me subí a un ascensor donde estaba el gafe. El ascensor se detuvo entre dos pisos y tuvieron que venir los bomberos a sacarnos. Al salir, el portero del edificio, abrumado, nos pedía disculpas diciendo que lo ocurrido parecía imposible, que existían dos sistemas de emergencia para desatascar el ascensor, uno electrico y otro manual, pero que, milagrosamente, los dos se habían roto también.
Después de aquellas experiencias, miro con respeto a los gafes y he aprendido a huir de ellos, aunque no sepa explicar por qué.
La victoria de Zapatero en los comicios de 2008, que le otorgó un nuevo mandato en la Moncloa, disipó temporalmente aquella imagen, entre otras razones porque un “gafe”, por definición, es un perdedor nato y Zapatero había vencido a Rajoy, a pesar de que su imagen estaba en declive y de que las cosas iban muy mal en España. Pero los dramas continuaron y los reveses, si cabe, se hicieron más intenso. Todo lo que Zapatero tocaba se iba a pique: la economía, el desempleo, el prestigio de España, las amistades internacionales, la paz con ETA, hasta culminar en la traca final de su renuncia a presentarse en las elecciones previstas para 2012, como consecuencia del amplio y profundo rechazo de los españoles.
Después de su victoria en 2008, conseguida a cambio de mentir negando la existencia de una crisis que ya hacía estragos, el hombre no ganaba para sustos, la realidad le desmiente casi a diario y las estadísticas dejan al descubierto sus mentiras. Cuando no es el turismo es el paro y el día que no se le tuerce un pronóstico, le falla un tren AVE.
Lo del martes 23 de junio de 2009 fue memorable: después de "triunfar" en Togo poniendo su nombre a la ley que abolía la pena de muerte en el país, Zapatero se topó con una nube de mosquitos que obligó al avión que le transportaba, el Falcon 900 T-18 del Ejército del Aire, a abortar con toda urgencia el despegue. Como el aparato ya había cogido gran velocidad, el violento frenazo provocó la pérdida de presión de las ruedas, circunstancia que, una vez detectada, hizo imposible un segundo intento de despegue.
El viernes 22 de mayo, en el mitin de inicio de la campaña electoral para las europeas, celebrado por Zapatero en Murcia, una grúa de televisión se desplomó sobre el público y ocho personas sufrieron lesiones. Algunos medios volvieron a esgrimir el viejo fantasma del “gafe” del presidente.
La presidencia europea de Zapatero fue la mejor prueba imaginable de que el pobre hombre estaba gafado: durante su "mandato" europeo la crisis se acentuó y se torno obsesiva. Le rechazaron todas sus iniciativa, desde su propuesta de sancionar a los países que no cumplan los planes económicos hasta su intención de levantar las sanciones a China y a Cuba, sin olvidar la humillación que sufrió cuando fue marginado de la negociación para salvar a Grecia.
Su relación con Obama no ha sido menos desafortunada. El primer presidente mulato fue recibido por las filas “progres” de Zapatero como un héroe y los portavoces del “gafe” dijeron que la convergencia de los dos líderes era un “acontecimiento planetario”. Sin embargo, Obama se muestra frío y distante con Zapatero, al que ni siquiera concedió un aparte cuando le invitó al Desayuno de la Oración. Quizás para demostrar hasta que punto se siente “lejos” de Zapatero, Obama dispensó al Rey Juan Carlos un trato especial y en el almuerzo privado que le ofreció en la Casa Blanca, le expresó su preocupación por la pérdida de credibilidad de Zapatero.
Lo cierto es que, aunque Zapatero alardea en privado de ser un tipo con suerte, alguien que nunca ha perdido, su larga cadena de desgracias, cada día más densa y espectacular, estaba consiguiendo que creciera como la espuma el número de los que creen precisamente lo contrario, que está gafado, que casi todo lo que él toca se estropea sin remisión.
El final del gafe está siendo doloroso: los ciudadanos le rechazan visceralmente y le culpan de los muchos retrocesos y derrotas de España, todas ocurridas bajo su mandato; su partido le margina y hasta sus mismos compañeros le tratan ya como un apestado.
La derrota clamorosa de su partido en las elecciones del 20 de noviembre de 2012, en las que el socialismo perdió 4.5 millones de votos, fue la guinda de su gafado mandato y el epitafio doloroso a su fracaso como gobernante, con España como víctima y millones de españoles como damnificados del "zapaterismo", una enfermedad horrenda que ha asolado al que apenas una década atrás era uno de los más prósperos y envidiados del mundo.


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