Nadie podía imaginarse que quien se definió como rojo y aseguró que nunca defraudaría a sus electores iba a convertirse a menos de dos meses de perder el poder en un “traidor”, alguien “peor que Aznar” y “destructor del consenso constitucional con las autonomías”.
Izquierda, sindicatos, 15M y nacionalistas, aparte de UPyD por otros motivos, proclaman que el aún primer ministro no tiene moral, ni palabra, ni otra ideología que la del feroz capitalismo que le imponen los mercados, los prestamistas.
Porque a partir de hoy la Constitución impedirá endeudarse hasta empeñar todo el país, como antes hizo el mismo Zapatero.
La derecha, que propuso hace un año ese cambio constitucional recibido con risas y sarcasmos por el candidato Rubalcaba, dice que Zapatero actúa ahora como un político serio tras dos mandatos dilapidando la riqueza nacional, dedicado la demagogia, y no a mejorar la economía.
El cambio zapateril se inició hace 16 meses, cuando, fabulosa cigarra cantarina, recibió órdenes de los grandes países de reducir radicalmente el gasto porque ya no quedaban más que telarañas en Moncloa. Cuando llegó allí estaba repleta de euros: “Nos salen por las ventanas”, decía.
Redujo los sueldos públicos, congeló y retrasó dos años las jubilaciones, facilitó los contratos de trabajo que antes llamaba basura, dificultó el crédito a las pymes y subvencionó a los bancos.
Y llamó bellacos a quienes dijeron que sus medidas eran antisocialistas, aunque imprescindibles, porque España había quedado atrás, por su ignorancia y desidia, al no estimular drásticamente su competitividad internacional.
Porque que un chino cobre diez veces menos que un español por igual trabajo supone que se igualarán: o el español hace un trabajo de mayor valor, o perderá lo que ganará el chino.
Cráneo privilegiado, Zapatero no supo hasta ahora que el mundo es redondo, y la economía también.
---------
SALAS