El hombre que primero negó la crisis, después anunció que no afectaba al Estado Español, más tarde cuestionó el capitalismo y a posteriori anunció brotes verdes, mientras prometía que no habría recortes del gasto social ni desprotección de las trabajadoras y trabajadores, es el mismo que ha aprobado la reforma laboral, con la ayuda impagable del PNV, y ayer, desde Oslo, amenazó con meter mano al sistema de pensiones. En un nuevo alarde no sé ya si de cinismo o esquizofrenia política, el presidente del Gobierno afirmó que tiene datos que permiten anticipar problemas en el mantenimiento del modelo de jubilación y por ello él, tan solícito y eficaz, actuará por nuestro bien, salvándonos de la hecatombre que se nos avecina.
Zapatero, en su compromiso con la cohesión social, ¡toma ya!, se propone subir el periodo mínimo de cotización, retrasar la edad para poder cobrar una pensión y quién sabe hasta donde está dispuesto a llegar. No sé si el PNV le acompañará también en este viaje, pero si lo hace se equivocará porque el presidente del Gobierno está jugando con nuestro futuro inmediato; una medida tan impopular como ésta tendrá su peaje en las urnas. Dice Zapataro que “España no va a acer en el pesimismo” y esta declaración sólo pone de manifiesto que el inquilino de La Moncloa vive instalado en las nubes. El pesimismo nos ha invadido dos años atrás y sus palabras y sus hechos sólo pueden conducirnos, si no lo han hecho ya, a una depresión profunda. Hace bien en lanzar sus proclamas desde Oslo. En casa, se ha quedado sin crédito ni credibilidad.