Ya sabemos que hoy día a todo se le bautiza, de forma inmediata.
Los empresarios, que ayer se reunieron con el presidente Zapatero para reclamarle medidas contundentes, ya han sido denominados como el grupo de los G37.
Puf! miedo me dan.
Estos empresarios que representan a la oligarquía neoliberal exigen al gobierno socialista de Zapatero reformas tales que, ya no nos cabe ninguna duda, abrirán una nueva brecha en nuestro ya herido estado del bienestar. Reformas en las pensiones, reformas en la educación, reformas en la sanidad...
Aunque ya sabemos que el mercado laboral no es el causante de esta crisis, todos los gobiernos de la Unión Europea aplican políticas neoliberales duras e insolidarias que afectan de forma notoria a los contribuyentes. Al trabajador, al asalariado. A los más débiles. A los más desprotegidos. Eso ya lo sabemos.
Sabemos también que hay otras opciones de reforma para superar esta crisis. Opciones que han sido puestas encima de la mesa por prestigiosos economistas, soluciones que no son consideradas por el lobby neoliberal por cuanto las reformas adoptadas por ellos no hacen más que aumentar las ganancias de los más poderosos y privilegiados. Eso también lo sabemos.
Sabemos que habría vías alternativas antes de cortar, congelar o endurecer las exiguas pensiones. Sabemos que se podría instar a:* La implantación de un impuesto a las transacciones financieras. Propuesta que fue incluida en la reunión del G20, en Seul pero que no fue ni siquiera discutida en la Cumbre, a pesar de la promesa de Sarkozy y Zapatero, entre otros líderes.* La implantación de una política fiscal progresiva. *Una actuación contundente contra los paraisos fiscales.
Entre muchas más alternativa, posibles y sobre todo solidarias.
Esta tarde me he dado un buen paseo por la blogosfera y me alegra saber que la movilización social está siendo considerada ya en muchos espacios. Ya muchos piden a los ciudadanos que se unan para presionar a los gobiernos por una reforma solidaria y justa, además de eficaz.
Les confieso que hace unos meses, antes de verano, me hice miembro de ATTAC, foro en el que me siento muy cómoda porque se haya liderada por una comunidad intelectual de altísimo nivel. Esta organización, como muchas otras, está promoviendo una movilización social que obligue a los gobiernos a cambiar el paradigma económico dominante. Sabemos que es difícil, pero mucho más difícil es conseguir que algo cambie si en casa nos quedamos.
La escena del presidente Zapatero con los G37 y su posterior rueda de prensa en la que afirma, con contundencia, que no le temblará la mano en imponer más recortes sociales, me produjo verdadero rechazo. No encontraba diferencia en los mensajes que lanza Sarkozy, o Merkel o Cameron. Pero el nuestro pertenece a un partido que dice ser de izquierdas. Al Partido Socialista Obrero Español.
Pero lo peor que nos está ocurriendo es sin duda la creencia de que las reformas impuestas son la única salida a la crisis. A ello, ayudan considerablemente la complicidad de los medios, de comunicación, salvo honrosas excepciones.
Es el momento de gritar, de movilizarse y de rechazar estas políticas neoliberales, insolidarias, injustas e ineficientes.
Lo hace de forma rotunda y con su estilo implacable, Rafa García Almazán, en su artículo "La resignación y la democracia". Les animo a leerlo.