Me han contado, y así lo parece, que el presidente Zapatero está realmente enamorado: lo está del Fondo Monetario Internacional. Que no es poco, verdad. Y ya se sabe que el amor cuando aparece, obnubila.
Su amor, que no se si es patrio, es profundo. Arrebatado está. Pero el FMI es un enamorado exigente. Muy exigente. Solicita todo y a cambio de nada. Todo para mí, nada para ellos, suele pensar el FMI. Porque tiene muchos enamorados. Casi todos los paises de la Unión, pongo por ejemplo.
El FMI no está contento y nuestro Presidente Zapatero va de contrito en contrito y tiro porque me toca. Anda alicaido, muy alicaido, me cuentan mis cotillas de la Corte, viendo como a pesar de sus esfuerzos, nada es suficiente. Problema: NO TIENE UN PLAN B.
Ya dijo el otro día el señor Borrell, en el programa de Iñaki Gabilondo, HOY, y siempre dentro de un marco políticamente correcto, que ese enamoramiento profundo del Secretario General de su partido, podría traer como consecuencia la paralización de la actividad, dado que el único medio de contentar a ese amor profundo del Presidente era bajar el déficit a costa de cualquier cosa. También dijo, el jugoso señor Borrell, que si en su momento se hubieran o hubiesen tomado decisiones, el presidente es probable que no se hubiera enamorado arrebatadamente del FMI. Es mucho decir, no les parece?
Mientras todo esto acontece, anoche haciendo eso que no debe hacerse y se llama zapping, me encontré con la cara de Soraya Sáenz de Santamaría.
De matamala a matapeor. Mucho más matapeor. Me produjo tal estado de ansiedad que vacié la nevera en unos instantes.
Cuántos lugares comunes, cuánto hablar para no decir, cuánta sinsustancia y, sobre todo, cuánto insulto a los ciudadanos que atónitos observamos como nos denigran algunos políticos que dicen ser populares.
Así está la cosa. Yo, mientras, me voy a tomar un par de churros. Quizás se me pase el mal rato, no creen?
¡Qué angustia, qué desazón, qué de nosequé!