"La virgen del Pilar diceque no quiere ser francesa..."
A finales de 1808 volvemos a toparnos con Gabriel de Araceli. Ha logrado escapar, junto con otros, del cautiverio de los franceses. Zaragoza es ahora el lugar; el momento, el sitio y cerco al que están sometiendo la ciudad las tropas napoleónicas.
Si los lectores de los Episodios Nacionales anteriores- Trafalgar, La Corte de Carlos IV, El 19 de marzo y el 2 de mayo, Bailén y Napoleón en Chamartín- ya hemos podido disfrutar de la habilidad narrativa, del ingenio y del buen hacer de don Benito, en 'Zaragoza' su categoría como escritor alcanza altísimas cuotas de calidad.
Es verdad que no hay aquí mucho espacio para el divertimento, para el ocio, para los diálogos jocosos o el desarrollo de variopintos personajes. Es verdad. Galdós hace madurar a Gabriel- ya no es el Gabrielillo de antaño sino 'señor de Araceli' como le llaman los Montoria- y las escaramuzas, escarceos y duras y sangrientas batallas son el centro narrativo de la obra. Pero ¡qué despliegue de tensión, de capacidad descriptiva, de amenidad, de emoción puede llegar a desplegarse en pleno campo de batalla!
"Se sentía mucho frío, y los más tiritábamos. Alguien pudiera haber creído que era de miedo;pero no, era de frío, y quien dijese lo contrario, miente."
Nos concede Galdós, de todos modos, algún descanso con refrigerio para seguir adelante en las figuras, por ejemplo, de D. José de Montoria y Candiola, personajes de caracteres bien opuestos y encarnizados enemigos, o con los amores trágicos- no podía ser de otro modo en este ambiente de lucha y muerte- de Agustín, hijo de Montoria, y Mariquilla, hija de Candiola. Nada sabremos aquí, por cierto, -Zaragoza es una especie de paréntesis en este sentido- de las cuitas amorosas de Gabriel que, es de esperar, sean retomadas en posteriores episodios.
Zaragoza es un alegato a la bravura aragonesa, al valiente y arrojado carácter de los españoles, unidos frente al enemigo, pero también un alegato contra la guerra, la desalmada guerra que acaba matando hombres inocentes a ambos lados de la contienda.
La historia es la base, aquí más que nunca, sobre la que Galdós construye este episodio, pero salpicándola de algunas situaciones y personajes de ficción que, de algún modo, aligeran la dureza de este trágico momento histórico.
"... que quiere ser capitana de la tropa aragonesa."
Sigo leyendo, como veis, estos Episodios Nacionales en la edición facsímil de JdeJ editores, con las reglas ortográficas de la época y las ilustraciones supervisadas en su momento por el propio escritor. Como tengo el ordenador estropeado y estoy escribiendo la reseña en la tablet no he podido subir fotografías de esta bonita edición. Durante la semana procuraré subir aquí un par de ellas, la de la torre inclinada, por ejemplo, o el retrato de Candiola o la imagen de la valiente Manuela Sancho liderando a los hombres en la batalla.