Y es que tanta “condescendencia” del organismo de la ONU con Palestina es intolerable para EE UU y para el “lobby” sionista que influye en la política norteamericana. El sionismo (político), que no el judaísmo (religión), impregna la visión del mundo y las relaciones internacionales de la Gran Potencia mundial, haciéndola compartir intereses y orientando su política exterior, en la actualidad, hacia la unilateralidad y el aislacionismo. Hay que tener en cuenta que estos “lobbies” pro-Israel gozan de gran predicamento en las Administraciones norteamericanas, fundamentalmente por su peso financiero y numérico en la sociedad estadounidense. Muchos de los líderes políticos y magnates norteamericanos son judíos y abiertamente favorables al sionismo. A ello hay que añadir, además, consideraciones estratégicas, ya que Israel es el aliado más fiel de EE UU en Oriente Próximo ante la amenaza del mundo musulmán y el temor de que ramificaciones radicales del Islam accedan al poder en países de la zona. De ahí que EE UU invierta anualmente más de 3.000 millones de dólares en ayudas de todo tipo a Israel, especialmente en material para la defensa, tecnología militar punta, aviones, etc.
Esa sintonía de EE UU con los intereses sionistas es tal que Benjamín Netanhayu, primer ministro de Israel, ha tardado sólo un día en hacer lo propio y anunciar también la retirada del país hebreo de la UNESCO, exactamente por las mismas razones. No en vano Israel nunca había aceptado que la institución de la ONU admitiese a Palestina como estado miembro y, menos aún, que declarase Patrimonio de la Humanidad la antigua ciudad de Hebrón, al sudoeste de la Cisjordania palestina, ahora ocupada.
Así, se acusa a la UNESCO de hacer política por tratar a Palestina con el mismo rasero que a las demás naciones, aunque el acuerdo se haya adoptado tras una votación democrática y mayoritaria de los Estados miembros. Pero que Israel no respete las resoluciones de la ONU, que prosiga con su política de asentamientos judíos en territorios palestinos, que ignore las leyes internacionales y ataque por su cuenta y riesgo (relativos) instalaciones que considera peligrosas en países colindantes o que disponga secretamente de bombas atómicas, contraviniendo el Acuerdo de No Proliferación de Armas Nucleares, nada de ello le granjea reproche alguno por parte del actual inquilino de la Casa Blancani le expone a ningún castigo como el que asfixia financieramente a la institución de la ONU. Parael sionismo y la política exterior de EE UU es más grave el reconocimiento de Palestina como un Estado que, encima, es tratado como tal por organismos internacionales, como la UNESCO. Espor tal motivo que Trump le propina un zarpazo sionista a la entidad que vela por el patrimonio cultural de la Humanidad.